martes, noviembre 28, 2006

Bjôrk

Power from solitude. En el entendimiento está toda nuestra esperanza. Hay una cajita chiquitita que es nuestra esperanza. Nos doblega la fuerza de la soledad, nos deja dispuestos a dejar nuestras vidas en la casa, durante la tarde, todo lo que pensamos que sería nuestra vida, hasta el fin de los días.

No, ahora se nos pone delante una nueva atmósfera. Nuevos vientos, nuevas cosas con el viento. Y algo como irse saltando en una pata desde la pieza hasta la cocina. Y soñar con eso, soñar con ese viaje, soñar con el Polo Norte.

Saltando en una pata. Y la esperanza de entender, de dedicar toda una vida a entender. Un enigma que no para nunca, y voy a tener que tomar esta misma decisión todas las noches, cuando cierre las puertas de mi mundo para decir que voy a enfrentarme solo a lo desconocido.

Igual que los argonautas que partieron a un viaje a lo peligroso, a lo único, a lo extrasensorial y a lo telúrico. Iban en una barca que flotaba en el vacío.

domingo, noviembre 19, 2006

Chocolate. Tú.

Eso me dijo mi sobrino chico. El pendejo tiene esa capacidad.
Me tiraron las zapatillas a la piscina, mis calcetines se hundieron irremediablemente. Después, me dijeron eso del chococlate y me hicieron jugar a una torre sin reglas. La anto se subió a mi espalda y me transfirió energía desde sus plantitas de pies hasta mi zona lumbar. Días después yo aproveché esa energía para entrar en otro mundo.
Estaba acostado escuchando crimen de cerati en los audífonos y no me los podía sacar, se metían de nuevo y yo quería dormir. A todo esto, en la oficina estaba que me desmayaba y le dije al Rogelio que pusiera ojo por si acaso me desmayaba encima del compputador. Bueno me deshice de los audífonos, tirándolos para que salieran por el cuello de mi polera. El problema era que yo estaba durmiendo así no más, en pelotita. ¿Cómo entonces me deshice de los audífonos?
Luego me puse a mirar un rectángulo único de luz en mi pared para invocar al sueño. Desfilaban sombras que no eran de este mundo. Eran como volutas de humo organizado en fractales ingeniosísimos. ¡Seres inorgánicos! Mi cuerpo se puso como una tabla, como cuando duermo en las bancas del hiperforestal. Ahí fue que dije "algo inconcebible va a pasar".
Luego me puse a mirar una escena que parecía de plasticina, las ramas de un árbol y un cielo azul. Hay que convencer a la razón, y luego se puede hacer cualquier cosa con el cuerpo.
Ayer visité los mundos dentro de mundos. Hay que buscar algo práctico para poner en práctica lo abstracto. Para el Che la libertad era ir a Cuba, para mí la libertad es estar en cuclillas en el techo de mi pieza, en sueños. Si yo estuviera vivo aprovecharía de prepararme para la muerte, lógico. El desapego es la característica del espíritu contraria a la importancia.
No hay que darle tanto fuelle a la mente. Es mejor saber las cosas sin pensarlas.
9. Saludos a todos.

viernes, noviembre 10, 2006

no-escribir

Estaba kafkeando como cualquier tarde (con un ron) cuando de repente entró un ruido por la ventana. Lo miré y parecía enttero, a pesar de ahber venido volando de muiy lejos, de un país azulado y con azulejos. Lo saludé, porque le estiré la mano como en son de paz. Entonces lo llevo con el presidente. El presidente me mira de arriba abajo y me dice, usted, señor, está impresentable con esa polera sucia, magullada, zarrapastrosa. Cuando terminó de decirme todo eso, yo ya estaba en el ascensor rumbo al piso de arriba. De repente se abren las puertas del ascensor así de par y par, y está el presidente con un séquito de soldados de juguete. Usted no puede entrar, este es un ascensor no oficial, le digo yo. Y aprieto el botón para que se cierren las puertas, capturándole la nariz a la entidad presidencial. Luego el ascensor sube y por fin me bajo en el piso 5. Es un piso alfombrado. De hecho las paredes están alfombradas. De hecho viene el Braulio caminando por una de las paredes. Hola Braulio, hola. Yo voy a hacer caso omiso de esta irregularidad, ¿y tú? Yo también. Pero ambos nos reportamos contra el comité central. De hecho el comité central tiene una grabación de nuestro encuentro. Es un CD. Llego con mi CD a sentarme a mi oficina y resulta que apagaron la luz. Avanzo a tientas. ¿Eres tú, Rogelio? Sí, me contesta Rogelio con un hilillo de voz. Se te escucha suave, le digo para no parecer impertinente. Luego estoy en la máquina de dulces. El guardia me pilla. ¿Y Rogelio?, me pregunta. Chanfle, Rogelio. Se me había olvidado. Estos papeles hay que hacérselos llegar al Alejandro, del noveno piso. ¿Puede usted encargarse de este asunto?, le digo con mi mejor tono libresco. El guardia se ríe en mis narices. Luego parece enfurecerse. Hacemos el contacto visual más raro. Claro, mientras tanto usted va a tratar de robarse un dulce de la máquina. Lo he estado observando, señor… Eko, contesto yo. Señor Eko. Me parece absurda su actitud, tratando de robarse un dulce porque no tiene dinero. Otra vez la monserga de la polera sucia, desteñida, con el cuello por acá, etcétera, etcétera. Llega el presidente, por pura casualidad, y se ríe. Ambos empiezan a denigrar mi polera. Yo me quedo mirándolos como si fueran terrícolas. En eso pasa la Andreíta. Ahhh, que descanso para la vista. En seguida pasan unas sombras por el piso. Ahhh, que descanso para la vista. Hasta que se las traga la sombra del edificio. Continuará. Un beso y un abrazo a todos mis colegas lectores. Feliz cumpleñaos.

domingo, noviembre 05, 2006

Genaro Flawers (suma y sigue)

Años antes me había detenido a admirar esas copas. También me pinché la comisura de las uñas, y la aguja penetró capturando nuevos recuerdos. Estaba perdido en un bosque europeo, con miky, y no sabíamos por dónde salir. Lo más cómico era, sin duda, que la situación nos daba risa. Y miky no era su nombre verdadero, lo usaba para proteger inocentes, en mi mera memoria, contra quién los estaba protegiendo. ¿Contra mí mismo? No quería creer eso, vocé sabe que sho no tiene intenciones de ninguna especie. En lo que valía la pena pensar, eso sí, era en la extraña relación que tenían ciertos puntos álgidos de la piel con los recuerdos más breves. Pero tampoco, porque el mundo corría a la velocidad del viento, entonces en nada podía yo pensar sin que me dijera, a mí mismo, hey, manu, para qué piensas en eso. Se aproximaba una tormenta eléctrica tal como ahora se aproxima una tormenta y nadie me cree. He insistido en el asunto de la tormenta que se viene, he insistido sutilmente durante toda la tarde, y nadie se da por aludido. He variado los tonos, ahí es que me detengo a mirar esas copas, las mismas copas que miré años antes en el San Cristóbal. Copas de árboles en un baile desenfrenado, a gozar a gozar. No es chiste. Cuando la tormenta se desate, si todo sale bien yo voy a ir en bicicleta por el parquecito, cayendo a la deriva. Y si todo sale mal voy a estar aquí tecleando, o tal vez en el sillón durmiendo o tal vez soñando. Todavía hay cosas que no entiendo de los sueños, y qué sentido tiene que piense si nunca lo voy a resolver, tendría que pensar en los sueños, dentro de los sueños. Tuve que aprender a ser desordenado, a escribir como se piensa, y qué estoy haciendo aquí pensando. A lo mejor este mundo no tiene otra estirpe, a lo mejor este mundo es comprensión, nada más. Para qué si no tenemos la mente que no se corta, ayer pasé toda la noche pensando en sueños, soñaba con mis problemas personales. Con un vaso de leche, con una frase que no alcancé a decir que ya no me acuerdo, con una tarde en la playa donde buscábamos la medicina, toda la tarde sin encontrarla. Pensé toda la noche y luego desperté nuevamente a seguir pensando como la gran maldición, y amo ir a la deriva pensando en lo que yo quiera. De todas las cosas en que puedo pensar, sé que me conviene pensar en la gran hazaña del guerrero. La gran lasaña del guerrero. Y me canso fácilmente, y necesito descansar de este mundo de una vez por todas, y ahora me voy a dormir justamente para eso. A soñar, no a dormir, eso está mal dicho a mi entender.