Cuando a Chile llegué me dijeron: pasajeros en tránsito, por trabajos favor transitar por la vereda izquierda junto a los peatones. Yo, sin mentirle, me subí con mi bici, y me fui por entre los parquímetros hasta mi casa. En la reja el guardia me retó: “la bici puede entrar, usted no”. Me acuerdo que dijo “usted…”, luego miró hacia ambos lados con los ojos, moviendo las puras pupilas, y finalmente dijo “no”. Yo le hacía campanillear mis llaves frente a sus narices, que se asomaban por una suerte de ventana para los ojos. “Vivo en el
Seguía siendo un pasajero en tránsito en esa ciudad.
Así que no.