--Jálame el dedo --dijo torciendo la boca.
--No quiero.
--No vamos a hablar hasta que me jales el dedo --replicó con la misma boca torcida.
--Pero ahora estamos hablando, y no te he jalado el dedo.
No dijo nada.
--Jaque y mate --dije con una sonrisa, y me lancé a morderle el cuello por detrás.
DINOMOUS
No sabía donde estaba, no reconocía la casa, pero aquello era comprensible puesto que me había cambiado dos días atrás. No me sentía en forma para ir al trabajo --un poco mareado, sin energía. Me miré al espejo y respiré profundamente. Mi respiración sonó como una válvula. Luego la sentí de nuevo, pero esta vez no era yo quien había provocado el sonido. Había algo bajo las sábanas de mi cama, algo que se paseaba por ahí respirando ruidosamente. Debía de ser una rata.
Corrí en dirección al patio y al salir sentí la presencia de la criatura a mi derecha, sobre la cerca. Miré y era sólo el gato. Pero no: detrás suyo había algo --un trapo le cubría el lomo en la parte trasera, y bajo el trapo había una criatura. Esa criatura se estaba culeando a mi gato. Respiraba o mejor dicho jadeaba de la misma forma en que lo había hecho esa cosa bajo mis sábanas.
De ahí en adelante era cosa de unir los puntos hasta despertar.
Barcelona, 1996.
--No quiero.
--No vamos a hablar hasta que me jales el dedo --replicó con la misma boca torcida.
--Pero ahora estamos hablando, y no te he jalado el dedo.
No dijo nada.
--Jaque y mate --dije con una sonrisa, y me lancé a morderle el cuello por detrás.
DINOMOUS
No sabía donde estaba, no reconocía la casa, pero aquello era comprensible puesto que me había cambiado dos días atrás. No me sentía en forma para ir al trabajo --un poco mareado, sin energía. Me miré al espejo y respiré profundamente. Mi respiración sonó como una válvula. Luego la sentí de nuevo, pero esta vez no era yo quien había provocado el sonido. Había algo bajo las sábanas de mi cama, algo que se paseaba por ahí respirando ruidosamente. Debía de ser una rata.
Corrí en dirección al patio y al salir sentí la presencia de la criatura a mi derecha, sobre la cerca. Miré y era sólo el gato. Pero no: detrás suyo había algo --un trapo le cubría el lomo en la parte trasera, y bajo el trapo había una criatura. Esa criatura se estaba culeando a mi gato. Respiraba o mejor dicho jadeaba de la misma forma en que lo había hecho esa cosa bajo mis sábanas.
De ahí en adelante era cosa de unir los puntos hasta despertar.
Barcelona, 1996.