martes, marzo 31, 2015

Viajar

Yo necesitaba viajar
me había picado el bichito de la aventura
necesitaba estar sentado en un asiento y que se moviera
quedarme dormido al ritmo del bamboleo
necesitaba mirar en unas pantallas la hora de un vuelo
el nombre de una ciudad
memorizar un código compuesto de letras y números
seguir las indicaciones en un aeropuerto
tomarme un café a un precio exorbitante
y que hubiera una zona de espera y un cartel
con el número y la letra que yo había memorizado
necesitaba avanzar por un pasillo congestionado
escurrirme entre la gente a un asiento designado con otro número y otra letra
que yo también me sabía mejor que la fecha de mi cumpleaños
necesitaba sentir ese bamboleo de que hablé
dormir o más bien pasar a otro estado
que el bamboleo se detuviera
y que del otro lado de la puerta del avión hubiera una ciudad
London
o algo así
no hay nada más lindo en esta vida que viajar

lunes, marzo 30, 2015

volviendo al mundo de los vivos

luego de unas temporaditas en el más allá
he decidido volver a pelar el cable por estos lados
me echaron de menos dicen
yo no comprendo qué había para echar de menos
generalmente me pasa
que completos extraños están más interesados
en mí que yo
post-data
el avión en que me venía casi se cayó

martes, marzo 24, 2015

Una ironía

Teníamos cinco minutos para llegar a la reunión en que venderíamos nuestras almas. Cinco minutos para salvar al mundo, digamos, de nuestro buen corazón. Pedro, Juan y Diego, éramos nosotros.

Pero a Diego le tenía que pasar algo. Se le tenía que quedar enredado un botón de la camisa o la manga del chaleco, no recuerdo bien, en la manilla de una puerta o en el espejo lateral de una micro; la puerta se estaba cerrando o la micro iba partiendo, de nuevo no recuerdo, pero en cualquiera de los dos casos Diego estaba imposibilitado de seguir avanzando con total naturalidad: algo en su andar se vería perjudicado, no sé exactamente qué.

Y así fue como llegamos a la reunión con los ejecutivos del banco. No me arrepiento de lo que dije entre esas cuatro paredes acerca del destino, de la vida o de la muerte. Vendí la idea como tenía que hacerlo, como lo habíamos presupuestado luego de salvar a Diego de ser arrastrado hasta Peñalolén por la 406. Tenía que ocurrir; ahora que escucho a Wagner comprendo bien. La voz del Wagner aletea en mis oídos como una mariposa nocturna. Involuntariamente me pego una charchazo tratando de matarla; nadie sabe lo que me pasó, me miran como desposeídos. Qué culpa tiene uno de un reflejo asesino.

Cuando salimos del banco respiramos un aire distinto. Ya nada era lo mismo y sin embargo, a esas alturas, todavía todo era igual. El Diego dijo que se iba a cambiar de camisa, lo comprendimos. Nos mostró las axilas y las tenía totalmente empapadas, tanto se había puesto nervioso. Yo no quise ni siquiera mirar las mías por temor a sufrir un trauma irreversible. Nos fuimos a tomar unas cervezas, a disfrutar la idea de que no había tiempo que perder. Procastrinar es un arte. En el bar se nos acercaron unas muchachas y una de ellas resultó ser Silvana. Nosotros no sabíamos quién era Silvana ni qué rol jugaría, pero nos imaginábamos, oh algo nos imaginábamos. Miles Davis comenzó a cantar, denunciando a toda su patota. Algunos acordes de trompeta podían entenderse como palabras, decían 'Caetano Veloso', en un largo degradé. O 'Mingus, Ah, Hum'.

Diego salió del baño con una camisa nueva y detrás de él salió un tipo sin camisa, con las narices sangrando. 'Un tipo' miró en dirección a nuestra mesa cuando atravesaba la puerta del bar. Un par de cuadras más adelante lo mataría una micro, o acaso una luz encadilante. Y 'un tipo' nunca sabría si se había muerto por haber visto la luz, o si había visto la luz porque se estaba muriendo. Atropellado por la misma 406 que había fallado en llevarse a Diego.

sábado, marzo 21, 2015

Estoy dispuesto a escribir

Lo que sea
Con tal de que lleguen las cuatro
(Y sea hora de onces)

Yo no escribo

Anoto
De lo contrario tendría que considerarme escritor
Y sólo soy anotador
Anoche anoté unos cuantos puntos
Punto uno
Yo no escribo
Punto dos
Anoto

lunes, marzo 09, 2015

Aquí no vive nadie

La conciencia es más profunda de lo que Moe lo hace parecer. Moe lo hace parecer todo tan fácil, todo miel sobre hojuelas. Me llamó el otro día. (Y al final uno anda como con los ojos cerrados.)

"Manu," me dijo, "tú tienes que probar el crack."

"Aquí no vive ningún Manu," le dije, y le corté.

Pero le faltaba drama a la historia. Mi hermana era adicta al crack. Estaban todas las condiciones dadas, y yo finalmente probé la mierda. Tenía todos los ojos de la fiesta puestos en mí. Me oí reír con una risa falsa. Me vi a mí mismo riéndome en una fogata, sin emitir ningún ruido pero adelgazando la rajadura de mis ojos hasta el infinito.

He perdido el interés en todo. No es grave.

Hasta que mi amiga L. publicó en F. una foto de un L.P.T.M. (Lucy, Facebook, Lomito palta tomate mayo) y al lado del lomito estaba el tazón de los Beatles que yo le regalé. Entonces de improviso yo estaba sonriendo para ella, imaginándomela del otro lado de la ventana del bus.

"¿Viste Boyhood? Yo sí, la encontré mala. Es malísima en realidad. Pero el personaje de Ethan Hawk hace un compilado de los Beatles después que se separaron, con canciones de Paul, John, etc., mezcladas. Yo lo estuve escuchando, porque está en I. (Internet). Y no es tan bueno, en realidad; es medio complejo, no es como los Beatles. Lo bueno de los Beatles es que era simple, era pop; pero no era cualquier pop. Era psicodélico, pop psicodélico."

Qué bacán son las canciones. Qué buena es la música. Cuando empieza una canción que te gusta, ese momento no se compara con nada. Reconocer una canción es como echarse tierra a los ojos, pero todo lo contrario. Y llevarte a épocas extrañas, a momentos que tú ni siquiera sabías que habías vivido. Y a otros que sí sabías: una canción revive el momento en que se escuchó bajo las circunstancias adecuadas. Revive el verano de 1998. Revive la suerte de estar vivo.

viernes, marzo 06, 2015

existe


y se llama *la gloria*
basta de actuar como si no la tuviera
aceptar que la alcancé
que soy Mal'ganis
y por ende soy eterno

jueves, marzo 05, 2015

Enfasis en el tan

Bueno
no estamos *tan* mal
énfasis en el tan
énfasis en todo lo que no está mal
por encima de aquello que está pésimo a decir verdad
puta que está mala la cosa
pero no está *tan* mala como podría estar

El vicio

Antes de estudiar el zen, las montañas son montañas y los ríos son ríos. Mientras se estudia el zen, las montañas dejan de ser montañas y los ríos dejan de ser ríos. Y una vez que se alcanza la iluminación, las montañas son montañas y los ríos son ríos de nuevo.

Entonces, de qué sirve estudiar el zen.

Queremos entender por qué. Queremos saber por qué pasan las cosas, por qué funcionan los acertijos zen. Cómo es que mediante el conocimiento se alcanza la inocencia.

Hay cosas imposibles de entender. El estudio de esos misterios insolubles es el zen. Caer en la cuenta de que son insolubles esos misterios, de que ni siquiera el zen puede resolverlos, es la iluminación, mi chiquillo.

La iluminación se alcanza cuando te aburres del zen, cuando te aburres de intentar entender.

Esto es poesía para adolescentes dramáticos.