domingo, octubre 30, 2011

very bad trip

ingesta de una dosis de 2.5 gramos de psilocybe cubensis a eso de las 10 de la mañana, en estómago vacío, luego de una buena noche de sueño (de 8 horas aproximadamente.)
Caminata por el costado de la residencia, camino al parque de deportes. Los primeros efectos comienzan a sentirse, más que nada una ligereza corporal, piernas de lana. Agudización de los sentidos y conciencia más neta del peligro. Por ejemplo, se evita cruzar la calle a mitad de la cuadra, se espera hasta llegar a la esquina.
La caminata es sin rumbo, pensando en los problemas personales. La mirada se dirige a los detalles de las hojas de los árboles, y se evita leer los letreros de las calles.
Sentimiento de gratitud.
Al cruzar el límite urbano se siente una gran paz y tranquilidad. La soledad se percibe como una gracia. Sólo las montañas, los sembrados y los pájaros vuelan alrededor.
En un momento se llega a una suerte de estancia. Metáforas. Se piensa estar atravesando los linderos entre mundos: de un lado la ciudad, del otro esa estancia. Imaginerías de la edad media, de tiempos pasados, de otro estilo de vida, en el campo. Gran comodidad en el cuerpo. Se busca entender todo el tiempo la evolución que permitió que existiera ese paraje: cómo fue antes, por qué se instalaron a vivir allí.
Se deja atrás la estancia y se penetra en caminos circundados por viñedos.
Asoma la idea realizar una especie de 'road trip', al año siguiente. Entre Perpignan y Amsterdam, a pie. Por un momento se comprende el inmenso sentido que tiene este plan. Dos minutos después se entiende su superficialidad y se lo abandona.
Cada vez que se oye un auto venir por el camino, se toman todas las precauciones del caso: se detiene el caminar para observar al auto venir y ver qué hace.
Los viñedos se agotan y se vuelve al sistema de rutas y rotondas. En una rotonda hay algo raro, uno de los caminos fue bloqueado. Sin embargo, todavía existe el cruce para bicicletas, aunque no circulan autos por ahí. Se duda si interrumpir el ritmo de la caminata para inspeccionar este aspecto. Se busca evitar el accionar estúpido y azaroso fomentado por uso de drogas. Finalmente se decide que hay que investigar. No resulta ser nada del otro mundo, evidentemente.
Sensación de que ya desde hace algunas horas, se ha perdido el sentido del tiempo. Se va arriba, en las nubes. Hay menos conciencia del cuerpo. Nuevamente gratitud por esta viviendo la experiencia de los hongos y por estar sintiendo sus efectos.
Se llega a una rotonda y un hay letrero que señala la dirección de 'Moulin à Vent'. Casualmente, se ha descrito una C y ahora se está cerca del punto de partida. Se decide que ya es hora de volver a la base.
Nuevas maneras de ver los conflictos amorosos, pensamiento propio, verdaderamente prolífico.
Cuesta encontrar el camino en cierto punto. Hay vías que sólo están adaptadas para que las recorran los autos. Cansancio. Pérdida de la voluntad de analisar y resolver el problema. Pensamientos terribles, tamizados por la certeza de que no es para tanto, de que no hay nada que temer. Se resolverá el embrollo pronto.
Sensación de estar envenenado, de estar viviendo un mal viaje. Pérdida de la confianza en los hongos, lo cual asoma como algo terriblemente grave. Percepción del uso de drogas como una obsesión, como un vicio oscuro y repugnante. Cuestionamientos.
Se recuerda que las historias de malos viajes son las más divertidas del universo psicodélico. Se retoma el espíritu.
Se llega a la casa. La sensación de altura que provocan los hongos se siente en todo el cuerpo: es una sensación magnífica, verdaderamente placentera.
Recepción de un mensaje de texto anunciando una salida con los amigos para esa noche. Verdadero entusiasmo ante la idea de compartir con la gente, de estar sentados conversando. Apreciación exagerada de las bondades de este compartir.
Los efectos se siguen registrando hasta las 12 de la noche, Todavía una grata pesadez en los muslos antes de ir a dormir.

la vida es corta

la vida es corta como el vuelo de una flecha
pero la cantidad de flechas que vuelan
en la batalla
es inmensa
la vida es corta como el vuelo de una flecha
de acuerdo
pero si no fueran millones y miles y miles de millones
las flechas
ahí recién
yo me preocuparía
buenas noches
sean felices gente

I'm asking

i see mangos
i see the bottom of the sea
my closed eyes are like hd tv
in about two seconds I see a plant growing
inside my dreams
a poem
written by an invisible light
what in the world would possible
make me open my eyes?
I'm asking you
you!

i answered my own question

I found the place

this is the place
good place to get high on psiquedelic drugs
you'll see what I mean
in a minute or two

in your eyes I see the end

in your eyes I see the end of many things
I see empires falling
spaceships crushing
against stars
or against other spaceships
if I go out and dance
I completely forget you
but my life is boring
and I do no other thing
than thinking of you
in your eyes I see what mayas saw
in your eyes I see the end of many things

sábado, octubre 29, 2011

Temuco

íbamos hablando de bares cuando vimos la anaconda.
Un compañero mío de la universidad al que acababa de conocer este año (la historia es más larga, y es mala) había vivido en Temuco. Yo también (yo puedo decir que soy de Temuco) pero no sé por qué trataba de demostrarlo como si se tratara de una mentira. Ahora que lo pienso, ya ni sé si viví en Temuco alguna vez. Pero objetivamente sí, hay papeles y fotos que lo respaldan (debe haber, yo no tengo nada).
En fin.
Este amigo nuevo es bueno para el carrete por lo tanto conocía muchos lugares para ir a huevear allá en Temuco. Me empezó a nombrar. Yo no salgo mucho, y era chico cuando vivía en Temuco, la mayoría de los lugares los conocía sólo de nombre, y no podía decir si eran buenos o no realmente; podía decir la opinión general, de la cual sí estaba al tanto (Carlitos Oberg me daba la pauta, de esto hace años ya, qué recuerdos añejos). Entonces iba como siguiéndole la corriente a este loco. Al parecer él sí iba disfrutando la conversa. Sin duda lo había pasado bien en esas salidas nocturnas. Se le iluminaban los ojos, se llenaba de vida y entusiasmo. Íbamos caminando por la jungla, debo aclarar. Yo igual iba disfrutando de la conversa, no se malentienda.
En fin.
No éramos los únicos en esta expedición, más atrás venía más gente. No sé bien los detalles, no recuerdo mucho, yo iba eenvuelto en toda esta parafernalia psicodélica que ataca en la jungla. Soga del alma, carne de los dioses, la planta que hace que los ojos se maravillen, para qué les voy a seguir contando.
En fin.
De repente con mi amigo vemos una serpiente enrollada a unos cuantos metros> al pie de un árbol, verde como la maleza, enrollada y sentada sobre sí misma como un gran neumático con cabeza verde. Esa fue la imagen que me provocó al principio.
Debo decir que esta historia no termina bien.
La verdad es que estábamos tan cerca de la bestia, y tan concientes los dos de que una  a n a c o n d a  puede desplegarse poco menos que a la velocidad del rayo -en fin, entendimos que íbamos a morir. Lo primero que uno piensa en estos casos es "me llegó la hora". No había manera de escapar de la mordida de la yegua (por llamarla de alguna forma) pero igual los dos corrimos. Los demás, que venían lejos, también advirtieron el peligro, pero la anaconda los ignoró y se fue directamente sobre nosotros.
Me parecía increíble que la última conversación que había tenido en esta tierra era sobre nombres de bares.
Evidentemente no morí, puesto que estoy relatando esta experiencia. Pero, si algo aprendí de este viaje a la jungla, fue que seguramente me hallaré hablando insensateces, cosas estúpidas y mundanas y no dando grandes discursos, cuando finalmente me llegue la hora de verdad.
Y no hay nada que yo pueda hacer al respecto. Mi última conversación sobre esta tierra será muy estúpida.
Y lo acepté parece.

miércoles, octubre 26, 2011

hippies éramos los de antes

de ayer

localism is shit

I live in the world
in the world wide web :S

martes, octubre 25, 2011

c'est dommage

todos en el mundo se han olvidado de mí
y yo no sé si reír o llorar
cómo pudo pasar!
pero parece que quiero reír
de qué me servían
con sus caras de 3 metros?
yo me lo busqué
y ahora tengo que buscar
nuevos amigos
o algo que hacer
fíjense la situación en que me encuentro
sin embargo hace unos meses
yo era el rey
grito y plata en los programas juveniles
reina de la vendimia
mil nueve noventa y nueve y dos mil
todo lo que hubiera querido o soñado
y de un día para otro me abandonan
me vuelven la espalda
como si yo fuera un leproso
allá ellos
yo estoy bien donde estoy
en la más absoluta libertad


eso

primero es lo primero
fijarse metas
lo segundo es alcanzarlas
valiéndose para ello
de todo cuanto uno tiene
santos en la corte
amigos en las altas esferas
lobby
todo está permitido
todo es legal
la justicia está de nuestro lado
siempre de nuestro lado

domingo, octubre 23, 2011

"...té?", dije yo. "Sí", respondió con un gesto la española.
En la pieza del amigo del juglar, la cosa se estaba poniendo buena. Los cigarros de yingo hacen que toda la historia se borre y que el universo comience de nuevo desde cero. Comenzar de esa forma nos parecía un lujo, a mí, al juglar y a sus dos amigos. El juglar dijo unas frases extraordinarias, de una simpleza hermosa. Era su capacidad de decir cosas triviales en un momento como aquél, de éxtasis, lo que nos sublimaba. El viento se levantaba desde todas direcciones y chocaba contra el edificio, trepando luego por el muro y haciendo que nuestras cabelleras flotaran verticalmente. Un grupo de personas estaban también compartiendo así como nosotros, en un balcón arriba y a la izquierda.
Sin duda a ellos les llegaba el aroma de la hoja de yingo hirviendo y querían hacernos bromas. Mis amigos simpatizaron y parece que los estaban invitando, yo aproveché para desconectarme una vez más y observar el horizonte. Eran todavía los Pirineos alumbrados por esa luz rojiza, como si una civilización estuviera naciendo del otro lado.
Hay momentos en la vida en que el ser de uno, la persona que uno es en un determinado instante, pasa a un segundo o a un tercer plano. De hecho, todo lo que existía para mí en el mundo eran los Pirineos, y los observaba de una forma tal que dejaba de ser yo mismo. Era una pura imagen, llenando toda existencia. Una imagen dotada de voluntad, que podía desplazarse, que podía hacerle zoom a una figura que recorría los caminos. Era un arriero. Pensé en conocerlo.
El té que me había servido la española Alma estaba buenísimo. Yo desconfié primero, creyendo que ella podía tener razones para intentar envenenarme. Le iba a proponer que cambiáramos de taza, sólo para ver su reacción, pero bebí. Tenía frío, y beber era la única manera de calentarme y de no caer en ese estado en que caigo cuando tomo leche y me da frío luego. Es como que dejo de interesarme en cualquier cosa que no tenga que ver con entrar en calor, con recuperar el calor interno del cuerpo. "Bueno", dijo Alma, "ahora que ya sabes mi problema..." Yo la miré dulcemente. "...cómo piensas tú que puedes ayudarme?"
El yo que se dirigía al patio de la universidad ya no tenía ayuda del viento que soplaba desde mi pecho en la pieza de la española, pero ya estaba llegando. Vio los grupos de personas sentados en las bancas y reconoció a un par de individuos, a los cuales saludó con un gesto. Tenía que llegar a la banca plateada, la que miraba en la misma dirección en que los árboles crecen. No podía estar lejos, aunque nunca sabía cómo encontrarla.
Finalmente la persona que caminaba por allá lejos, por los caminos de piedra, ese arriero loco, decidió voltear su rostro hacia mí. Parecía que supiera que lo estaba observando. Y no me equivocaba, yo conocía a esa persona. Sabía perfectamente quién era.
Esa persona era yo.
...así como una parte de mí seguía abajo con el juglar y sus dos amigos, otra parte de mí se quedó en la puerta entendiendo que la española le había dicho "yo no necesito de tu ayuda". Esa parte luego bajó las escaleras y se dirigió al patio central de la universidad.
La tercera parte entró ante el gesto amplio y bonito de la españolita, se sentó en la cama y se quedó tímidamente observando la pared, las manos bajo los muslos porque hacía un poco de frío. La española me miró desde la cocina y, al ver que yo no giraría mi cuello, se puso a lavar los platos. El papel decomural era de avioncitos, algo insólito, yo pensé. Cada tanto la española se arqueaba para poder mirarme por el agujero de la puerta sin alejar las manos del lavaplatos.
Las primeras dos veces que lo hizo sólo se sonrió, y al cabo de un segundo volvió a enderezarse. La tercera vez decidió preguntarme algo. Conmovido como estaba, yo respondí automáticamente sin saber de qué se trataba, y todavía no sé cuál fue la pregunta; sostuve esa conversación como en estado de gracia, pero en todo caso seguro que se trataba de un mera charla introductoria. "Quién eres", debió haber preguntado la española, algo por el estilo, toda la situación era demasiado crítica. Era una crítica a las formas convencionales de entablar amistad.
Al mismo tiempo, allí estaban el juglar y, precisamente, sus dos amigos, contemplando la puesta de sol en unos Pirineos que parecían albergar todos los misterios de la luz en un determinado momento. Habían enrolado unos cigarros de hoja de yingo, esa hoja de forma rara con la cual yo había soñado unas horas atrás. En mi sueño yo discutía con alguien acerca de si un árbol que veíamos a un costado del camino era o no un yingo. Para zanjar el asunto nos acercábamos y examinábamos sus hojas. A punto estuve de intervenir para señalar un punto; era raro que las hojas de yingo, que habían escaceado todo el verano, aparecieran justo luego que yo soñara con ellas a la hora de la siesta.
Rechazado por la española, avancé por el camino que conduce de la residencia a la universidad. Tenía la idea fija de instalarme en el patio grande a leer un libro que me había comprado por 1 euro, las Intermitencias de la Muerte de José Saramago. Traducido al español. El viento me empujaba por el camino y yo no podía más que flotar, impulsado por ese viento que bajaba desde el piso quinto de la residencia, desde mi cuerpo sentado en la cama de la española. Ella se llamaba Alma. Yo quería que mi parte rechazada llegara a la universidad luego y por eso soplaba con el centro del esternón de mi parte aceptada, mientras la española trataba de entender alguna cosa. Luego venía a sentarse al lado mío con una bandeja.
En la bandeja habían dos tazas de té.

sábado, octubre 22, 2011

...los amigos que nos habían invitado a tomar la leche se llevaban como el perro y el gato. Yo empecé a dudar de si había ido o no a ver a la española, porque seguía sabiendo todo lo que pasaba en esa pieza. Los efectos de la leche de la risa, magnánimos como breves, dejan a sus usuarios con un sentimiento de desazón muy grande. Con todo, el juglar y sus dos amigos, viejos zorros del asunto, lograban sobreponerse y volvían a reír mientras por momentos miraban tranquilamente el horizonte. Era una pieza del tercer piso que miraba a los Pirineos, y la combinación de colores del ocaso hacía al juglar y sus amigos sentirse afortunados de haber nacido en ese planeta, etc.
A medida que pisaba los peldaños estos se encendían con una luz roja, similar a la de los Pirineos. Pensaba "estos putos peldaños me van a delatar". Luego, en un arranque de cordura, entendía que cada peldaño brillaba sólo para mí. Las arañas, que mencioné en el capítulo anterior, se habían hecho cómplices de mi aventura. "Dale, tú puedes hacerlo", "a la española le gustas", "qué es la vida, qué arriesgas". Todo el universo cobrando vida a medida que yo trepaba por esos peldaños.
Cuando penetré en el pasillo se encendió la luz allá al fondo. Esta vez, era el sistema de detección de movimiento y no un simple efecto halucinógeno. En el momento en que el juglar decía un verso dos pisos más abajo (un verso que sin duda era una crítica), golpée la puerta. La española apareció tras ella.
Estaba como apurada, secándose el pelo con una toalla pequeña. "Sí...?", pareció decirme con sólo la mirada. Ante mi silencio de varios segundos ella se puso seria y me cerró la puerta en las narices.
Durante un instante pensé qué hacer. Golpear de nuevo era una estupidez, y ése fue el camino que mi torpe corazón optó por seguir. La española volvió a abrir un tanto molesta. "Qué quieres", me dijo. Yo decidí que iba a ir hasta el fondo de mi locura potenciada por la leche fresca. "Pasar", le dije. "Para qué", me respondió ella.
Era evidente que su estado de sobriedad no le permitía participar del juego de ruptura de los convencionalismos que yo estaba proponiendo. "Porque quiero ayudarte". Con esa frase pasé inmediatamente a la categoría de loco de otro planeta. Ella se demoró un instante esta vez en observarme para averigüar al toque que me hallaba en una suerte de estado paralelo -un brillo en su mirada y un ligero resbalón en su gesto, las comisuras que se tendieron hacia arriba, la delataron. Por un momento sentí que me iba a dejar pasar. El universo y sus cursos eran para mí como olas que se estrellaban contra mi piel, de verdad las sentía cambiar de rumbo y a veces empujarme hacia fuera, lejos de la puerta, a veces tomarme de costado, otras veces empujarme hacia dentro.
Me quedé esperando la respuesta de la españolísima.
...estábamos en el patio tomándonos unos helados con el juglar. En eso el juglar dijo un verso y yo dije "es una crítica". Más bien creo que lo pregunté, pero el juglar se había ido con sus amigos más allá. Yo no quise ir y me quedé jugando con el pasto.

Al poco rato el juglar se acercó y con su sonrisa siempre magnánima me informó que sus amigos tenían leche. "Recién llegada de la frontera", me dijo. Fuimos a la pieza de uno de ellos -en el trayecto por supuesto los saludé con un apretón de manos. Eran dos. Entramos a la pieza y el amigo que era el dueño de casa abrió el refrigerador. No quiero exagerar, pero un resplandor blancuzco invadió toda la habitación. "Cierra luego", lo retó el otro. "Nos van a venir a descubrir".

"Venir a descubrir", pensé yo (de verdad entrecomillé la idea en mi mente); debía ser un dialecto nuevo o una forma chora de hablar. Me perdí un poco mientras el dueño de casa explicaba que no era nada, que había instalado un foco de 900 watts en su refri para lograr ese efecto. Que no era la leche que estuviera tan buena. Estaba igual buena, pero en fin.

Nos tomamos la leche como si fuera la naranja mecánica. Por supuesto los primeros sorbos nos causaron miradas entre nosotros y risas. La leche de la risa toma unos diez minutos en hacer efecto, pero nosotros a los 5 nos creíamos reyes. Hablábamos como si fuéramos los más bacanes de toda la universidad, sabiendo que (una crítica) todos eran tan pencas como nosotros. La pretensión de ser bacán era sólo una manera unificada de ser, de mostrarse en el patio de economía, etc. Pasé parece varios minutos divagando sobre esto último en paralelo, mientras con la otra mitad de mi concentración conversaba. Pero de pronto la teorización sobre la bacanidad y el ser lo ocupó todo y me fui de la conversación. Volví con un "pero para qué quieres ese foco en el refri", algo que por supuesto no tenía nada que ver con lo que ellos estaban hablando.

El amigo dueño de casa explicó que, en su momento, había querido saber si la luz del refri seguía encendida cuando uno cerraba la puerta, algo que a todos, desde luego, nos interpeló cuando chicos; y que luego de mucho darle vueltas al asunto decidió que meter un foco de alta potencia podía ayudarle a resolver el misterio. En seguida volvieron a lo que ellos estaban hablando antes que yo interrumpiera, y yo volví a pensar en el foco y en el refri y en mí. Es obvio que la luz se apaga cuando la puerta se cierra, pero nadie lo ha visto con sus ojos. Con la puerta abierta, uno presiona sobre un botón que está en el eje de la puerta, no? y la luz se apaga; uno entiende que la puerta presionará ese mismo botón al cerrarse y que la luz se apagará. "Pero nadie lo ha visto con sus ojos", interrumpí nuevamente.

El juglar y sus amigos decidieron que ya no se podía seguir haciéndome caso; luego de mirarme un segundo siguieron hablando. A mí la leche me causa un efecto dramático, pienso que es más que en el resto de personas. No sé por que no soy capaz de seguir cualquier idea que no sea mía cuando estoy intoxicado con leche. No hay que tomar leche, eso sería lo mejor. Salí de la pieza sin decirle palabra a nadie, ellos parecieron comprender que era mejor dejarme porque nadie me siguió, o si me siguieron no fueron capaces de encontrarme. Subí en piloto automático las escaleras rumbo a la pieza de la española. Quería saber su nombre, era importante para lo que iba a pasar después. Me encontraba en un estado visionario.

Las arañas trepaban por sus telarañas al mismo tiempo que yo subía, siguiéndome o haciéndome compañía. Se venía algo bueno, sin duda.

miércoles, octubre 19, 2011

TROPICO DE CAPRICANCER




1
la mayoría de la gente no puede verlo
es una cosa que en estricto rigor no existe
no está en los mapas
ni en los atlas
no está en los maplas
ni los egipcios lo consignaron en ninguna roca prohibida
matématicos mayas no pudieron obtenerlo
si tú le preguntas a alguien en la calle te dirá que estás loco
y se alejará dando tumbos
caminando en zig-zag
no lo hagan
no le pregunten a nadie por su existencia
cuento corto
es algo en lo que la gente no cree
y sin embargo está ahí
no seré yo quien los haga cambiar de opinión
con un poemita

2
basta de preámbulos
la gente en la tierra es afortunada
si miran hacia el cielo poniente
claro que tiene que estar de noche
verán la vía láctea
un resplandor blanco que ocupa todo el cielo
o gran parte del cielo
millones de fragmentos
como una gigantesca nube de polvo que brilla
si miran hacia el oriente
verán una suerte de explosión
una explosión estática
el nacimiento de una estrella
muy cerca de la tierra
es como un sol rojo con una gigantesca aureola
a su alrededor
que por supuesto también ocupa
casi la totalidad del firmamento

3
habiendo visto el tremendo espectáculo
a diestra y siniestra
corrí a escribir el poema
que lo describiera todo
era mitad de la noche
sabía los versos que tenían que ir
los había venido repitiendo
mientras me acercaba al lugar
la noche no tenía ningún signo
no era el año nada
yo estaba en mitad de las estrellas
escribiendo el poema sobre algunas otras
quería meter algunos versos chistosos
versos que se burlaran
del sorprendente fenómeno
el trópico de capricáncer
para que no pensaran que me lo tomaba
tan en serio
no era para mí gran cosa
estar presenciando eso
cualquier persona podía verlo
de manera que tenía que ser chistoso
para que fuera bueno

domingo, octubre 09, 2011

ser y tiempo

tú sabes en dónde vas a caer si corres persiguiendo a ese conejo, te lo dice la canción de Jefferson Airplane que escuchas en este mismo instante (la radio se quedó encendida y tú te quedaste dormida), leíste el libro de C.S.Lewis, viste la película de Disney y la nueva que no era tan buena de Tim Burton, te haces llamar Alicia en tu página de facebook y aún así corres detrás de ese conejo sabiendo lo que te va a suceder.
Y no tienes miedo, sabes. Sabes que, pese a todo, sumergirte en ese pozo es lo que te ha traído la mejor felicidad, mejor que cuando conociste a ese activista ruso en Sri Lanka y te enamoraste de él, te fuiste a su habitación de hotel y pasaron juntos la noche, hablaron hasta el amanecer y después por el chat de gmail, los meses siguientes, siguieron hablando de amaneceres juntos en Roma o en alguna playa del Caribe; mejor que todo eso y que las mejores historias de tu adolescencia, cuando ese niño de mejillas rosadas te desvistió sin saber lo que hacía, lleno del ímpetu de su ignorancia suprema, y tú te sentiste tan despojada de tu dignidad y eso te hizo sentir bien; mejor que todo eso, mejor que la vida.
Por eso corres hacia ese pozo un tanto ida, conciente de que te engañas, de que ese conejo blanco portando un reloj con vida es sólo una excusa, un anzuelo que ya conoces y que morderías sin problemas por una enésima vez, o un anzuelo del cual ya podrías prescindir, y arrojarte tú sola en ese antiguo mar al que te atrae y te atrae disfrazado de conejo blanco de andar un tanto destartalado.
Llegas a ese claro del bosque y sabes que estás ahí. Te sientas en un tronco. El cielo contorneado por las copas de los árboles es de un color azul intenso, como en el momento más solitario de la noche. Tiempo, era todo lo que necesitabas. Ser y un poco de tiempo.

sábado, octubre 08, 2011

loliness is holiness


Me quedé pensando en lo que me dijo de la soledad y en que yo soy una persona imposible. Da lo mismo lo que soy o como soy pero lo que sí tiene toda la relevancia es por qué lo soy. Contar esa historia sería imposible o tal vez se podría pero quedaría inconclusa y se arriesgaría de no provocar el efecto que se tiene que provocar, todo es complejo con la literatura, probablemente porque al hombre le cuesta hacer dos cosas a la vez : no puede pensar y escribir al mismo tiempo, las teclas están demasiado alejadas las unas de las otras, se requiere una concentración muy grande y no se puede ir leyendo lo que se ha escrito.
Cuando me dijo lo de la soledad pensé en decirle todo lo que sé y he pensado al respecto. Mi regalo al mundo es ser un ser absolutamente inalcanzable.
Me gusta ser tu amigo, pero debes saber que yo estoy para cosas absolutamente asombrosas. No se pueden contar, no es que quiera contarlas y lo tenga prohibido, ni siquiera lucho por mantenerlas en secreto. Son cosas vacías de todo sentido y sin embargo están ahí, en contacto conmigo y quién sabe con cuántos otros más. Somos una cofradía de la cual tú no eres parte ; no te sientas mal, no estás cortada con la tijera que cortó a los brujos suicidas. Te faltan algunos viajes de peyote, algunos desdoblamientos en el sueño, morder el polvo de la derrota con los ojos bien abiertos, o pasar algunos segundos en el limbo con los desafiantes de la muerte. Eso es, no estás cortada con la tijera que cortó a los desafiantes de la muerte.
La muerte tendrá que luchar para llevarnos, eso es todo y te lo digo.

miércoles, octubre 05, 2011

carta al planeta

dame un espacio para observar tranquilamente las copas de esos árboles en constante movimiento, no me pidas presencia continua en tus juegos que sólo hacen alejar la libertad de las costas de mi garganta, déjame ese instante previo al sueño para ver lo que realmente está pasando, déjame ver las cosas a espaldas de tu gente, sin interferencia alguna, ver las cosas claramente, déjame respirar afuera de la nave que nos transporta a todos, déjame respirar el aire del espacio. Quiero una bocanada de ese vacío para dormir en paz.

Lo logré, ayer se me dio, un instante de lucidez en medio de la selva. Aquí.

martes, octubre 04, 2011

dieta para adelgazar

no pensar en nada que no sea la libertad

first draft


this is the time, it starts right now
in your eyes I see the end of many things
none of them matters anymore
as the heart-coloured fish, I'll dream against the current
I'm an indian
it starts today, it finishes tonight

calle ₪


Yo no tengo miedo de caminar por los campos de otro planeta (vayan entendiendo el “ritmo” de esta narración), porque vengo de Sudamérica. En Bolivia pueden ocurrir las cosas más extrañas. Por ejemplo, puede ocurrir estar en dos lugares al mismo tiempo. Yo no quiero asustarlos, pero la selva allá está loca. Loca de remate. Uno de esos dos lugares puede ser en este mundo; el otro, tal vez. El concepto de realidad es distinto desde que el avión aterriza en Santiago o desde que el barco atraca en Valparaíso. El concepto de realidad es otro en esas tierras. Igual como el concepto de la realidad es distinto en India y en Europa. Muchas cosas pasan en la casa, pero muchas más pasan en la playa.
Para el sudamericano, puesto que la selva allá despide algo que se mete por las narices, el individuo no es como un objeto que pisa este terruño. El individuo es el universo y una multitud de mundos habitan en él (en él o en ella). A través de tensar el ojo como quien tensa una cuerda, el individuo sudamericano puede atravesar una serie de planetas y llegar a donde nadie nunca ha ido. Yo no tengo miedo de ir a un planeta en donde ningún ser humano ha puesto el pie jamás. A mí, me protege una entidad que vive en la selva y que atraviesa selvas y selvas a lo largo de todo cuanto se pueda llamar el universo.
Esa es nuestra verdadera identidad como sudamericanos. El mestizo español americano ha desarrollado una crisis de identidad y ha manifestado que esa crisis es su identidad. Hemos vendido esta imagen a diestra y siniestra y los europeos nos creen eso, nos creen problemática histórica de los últimos 5 siglos. No es así. Nuestra verdadera esencia viene de antes que el colonizador pusiera un pie en las costas del mar Caribe. Es esta certeza de que hoy, esta misma noche, viajaremos a donde la estrella que palpita allá en el cielo traza y alberga sus senderos más recónditos. Es la certeza de que somos una multitud de células que flotan en una tempestad, y que esa tempestad adopta a cada instante la apariencia de un mundo. Esa es nuestra verdad. No lo digo sin que un escalofrío recorra mi espalda.