ingesta de una dosis de 2.5 gramos de psilocybe cubensis a eso de las 10 de la mañana, en estómago vacío, luego de una buena noche de sueño (de 8 horas aproximadamente.)
Caminata por el costado de la residencia, camino al parque de deportes. Los primeros efectos comienzan a sentirse, más que nada una ligereza corporal, piernas de lana. Agudización de los sentidos y conciencia más neta del peligro. Por ejemplo, se evita cruzar la calle a mitad de la cuadra, se espera hasta llegar a la esquina.
La caminata es sin rumbo, pensando en los problemas personales. La mirada se dirige a los detalles de las hojas de los árboles, y se evita leer los letreros de las calles.
Sentimiento de gratitud.
Al cruzar el límite urbano se siente una gran paz y tranquilidad. La soledad se percibe como una gracia. Sólo las montañas, los sembrados y los pájaros vuelan alrededor.
En un momento se llega a una suerte de estancia. Metáforas. Se piensa estar atravesando los linderos entre mundos: de un lado la ciudad, del otro esa estancia. Imaginerías de la edad media, de tiempos pasados, de otro estilo de vida, en el campo. Gran comodidad en el cuerpo. Se busca entender todo el tiempo la evolución que permitió que existiera ese paraje: cómo fue antes, por qué se instalaron a vivir allí.
Se deja atrás la estancia y se penetra en caminos circundados por viñedos.
Asoma la idea realizar una especie de 'road trip', al año siguiente. Entre Perpignan y Amsterdam, a pie. Por un momento se comprende el inmenso sentido que tiene este plan. Dos minutos después se entiende su superficialidad y se lo abandona.
Cada vez que se oye un auto venir por el camino, se toman todas las precauciones del caso: se detiene el caminar para observar al auto venir y ver qué hace.
Los viñedos se agotan y se vuelve al sistema de rutas y rotondas. En una rotonda hay algo raro, uno de los caminos fue bloqueado. Sin embargo, todavía existe el cruce para bicicletas, aunque no circulan autos por ahí. Se duda si interrumpir el ritmo de la caminata para inspeccionar este aspecto. Se busca evitar el accionar estúpido y azaroso fomentado por uso de drogas. Finalmente se decide que hay que investigar. No resulta ser nada del otro mundo, evidentemente.
Sensación de que ya desde hace algunas horas, se ha perdido el sentido del tiempo. Se va arriba, en las nubes. Hay menos conciencia del cuerpo. Nuevamente gratitud por esta viviendo la experiencia de los hongos y por estar sintiendo sus efectos.
Se llega a una rotonda y un hay letrero que señala la dirección de 'Moulin à Vent'. Casualmente, se ha descrito una C y ahora se está cerca del punto de partida. Se decide que ya es hora de volver a la base.
Nuevas maneras de ver los conflictos amorosos, pensamiento propio, verdaderamente prolífico.
Cuesta encontrar el camino en cierto punto. Hay vías que sólo están adaptadas para que las recorran los autos. Cansancio. Pérdida de la voluntad de analisar y resolver el problema. Pensamientos terribles, tamizados por la certeza de que no es para tanto, de que no hay nada que temer. Se resolverá el embrollo pronto.
Sensación de estar envenenado, de estar viviendo un mal viaje. Pérdida de la confianza en los hongos, lo cual asoma como algo terriblemente grave. Percepción del uso de drogas como una obsesión, como un vicio oscuro y repugnante. Cuestionamientos.
Se recuerda que las historias de malos viajes son las más divertidas del universo psicodélico. Se retoma el espíritu.
Se llega a la casa. La sensación de altura que provocan los hongos se siente en todo el cuerpo: es una sensación magnífica, verdaderamente placentera.
Recepción de un mensaje de texto anunciando una salida con los amigos para esa noche. Verdadero entusiasmo ante la idea de compartir con la gente, de estar sentados conversando. Apreciación exagerada de las bondades de este compartir.
Los efectos se siguen registrando hasta las 12 de la noche, Todavía una grata pesadez en los muslos antes de ir a dormir.
Caminata por el costado de la residencia, camino al parque de deportes. Los primeros efectos comienzan a sentirse, más que nada una ligereza corporal, piernas de lana. Agudización de los sentidos y conciencia más neta del peligro. Por ejemplo, se evita cruzar la calle a mitad de la cuadra, se espera hasta llegar a la esquina.
La caminata es sin rumbo, pensando en los problemas personales. La mirada se dirige a los detalles de las hojas de los árboles, y se evita leer los letreros de las calles.
Sentimiento de gratitud.
Al cruzar el límite urbano se siente una gran paz y tranquilidad. La soledad se percibe como una gracia. Sólo las montañas, los sembrados y los pájaros vuelan alrededor.
En un momento se llega a una suerte de estancia. Metáforas. Se piensa estar atravesando los linderos entre mundos: de un lado la ciudad, del otro esa estancia. Imaginerías de la edad media, de tiempos pasados, de otro estilo de vida, en el campo. Gran comodidad en el cuerpo. Se busca entender todo el tiempo la evolución que permitió que existiera ese paraje: cómo fue antes, por qué se instalaron a vivir allí.
Se deja atrás la estancia y se penetra en caminos circundados por viñedos.
Asoma la idea realizar una especie de 'road trip', al año siguiente. Entre Perpignan y Amsterdam, a pie. Por un momento se comprende el inmenso sentido que tiene este plan. Dos minutos después se entiende su superficialidad y se lo abandona.
Cada vez que se oye un auto venir por el camino, se toman todas las precauciones del caso: se detiene el caminar para observar al auto venir y ver qué hace.
Los viñedos se agotan y se vuelve al sistema de rutas y rotondas. En una rotonda hay algo raro, uno de los caminos fue bloqueado. Sin embargo, todavía existe el cruce para bicicletas, aunque no circulan autos por ahí. Se duda si interrumpir el ritmo de la caminata para inspeccionar este aspecto. Se busca evitar el accionar estúpido y azaroso fomentado por uso de drogas. Finalmente se decide que hay que investigar. No resulta ser nada del otro mundo, evidentemente.
Sensación de que ya desde hace algunas horas, se ha perdido el sentido del tiempo. Se va arriba, en las nubes. Hay menos conciencia del cuerpo. Nuevamente gratitud por esta viviendo la experiencia de los hongos y por estar sintiendo sus efectos.
Se llega a una rotonda y un hay letrero que señala la dirección de 'Moulin à Vent'. Casualmente, se ha descrito una C y ahora se está cerca del punto de partida. Se decide que ya es hora de volver a la base.
Nuevas maneras de ver los conflictos amorosos, pensamiento propio, verdaderamente prolífico.
Cuesta encontrar el camino en cierto punto. Hay vías que sólo están adaptadas para que las recorran los autos. Cansancio. Pérdida de la voluntad de analisar y resolver el problema. Pensamientos terribles, tamizados por la certeza de que no es para tanto, de que no hay nada que temer. Se resolverá el embrollo pronto.
Sensación de estar envenenado, de estar viviendo un mal viaje. Pérdida de la confianza en los hongos, lo cual asoma como algo terriblemente grave. Percepción del uso de drogas como una obsesión, como un vicio oscuro y repugnante. Cuestionamientos.
Se recuerda que las historias de malos viajes son las más divertidas del universo psicodélico. Se retoma el espíritu.
Se llega a la casa. La sensación de altura que provocan los hongos se siente en todo el cuerpo: es una sensación magnífica, verdaderamente placentera.
Recepción de un mensaje de texto anunciando una salida con los amigos para esa noche. Verdadero entusiasmo ante la idea de compartir con la gente, de estar sentados conversando. Apreciación exagerada de las bondades de este compartir.
Los efectos se siguen registrando hasta las 12 de la noche, Todavía una grata pesadez en los muslos antes de ir a dormir.