lunes, noviembre 26, 2007

Thi otjer Death

La muerte puede tener muchas formas, nosotros no sabemos cuáles porque estamos conectados con otra cosa, con la vida o con lo que puerilmente creemos que es la vida, conversar y actuar en defensa de nuestros intereses, de nuestras más remotas esperanzas. Una parte de nosotros piensa cada cierto tiempo en la muerte pero no sigue por ese carril siniestro, se detiene y vuelve cada tanto. Es un pensamiento casi imaginario, más imaginario que los otros y que dura un segundo, y que nos despoja por unos segundos del yo, para que podamos ver algo objetivo alguna vez en el transcurso del día. Somos eternos habitantes del yo y aparece una luciérnaga que nos muestra algo distinto, algo nuevo, algo que no se puede defender porque está ahí desde siempre, la transformación, la muerte, la que puede tener muchas formas.

La muerte pasa de ser una gran batalla definitiva contra un ser de crueldad incurable, para tomar una forma un poquito más sutil. Se transforma en un acto de desenmascarar el juego de la vida, encontrando a la persona que sueña con nosotros y con este mundo, y que duerme de costado en un rincón de la habitación. Encontrarse de pronto con este ser sereno, cuyo sueño es el responsable de tanta macana inservible, nos pondrá de inmediato en contacto con una esfera lunar, que será la muerte del yo anterior. ¿Volveremos al mundo de la carne? De hacerlo, ya no creeremos tan fácilmente en las demostraciones de fuerza que nos da continuamente la realidad. Creeremos que nada es real, en todo caso.

La muerte es elegible pero no evitable, el juego del guerrero consiste en tender hacia una muerte de su propia conveniencia, una muerte que ilumine su sendero por la vida o que le dé a todo un cariz irónico, de profundo goce.

La raíz del acto de eludir constantemente la idea de la muerte es simplemente volver a las cosas sobre las que tenemos un cierto control, como un programa de la tele o la conversación pura en lugar de ver el fin. Pero la verdad es que el control es un vínculo abstracto con cualquier cosa y podemos aplicarlo perfectamente sobre una vida gloriosa, de vida o muerte. Sólo que al parecer estamos más solos en esto.