Estábamos en un ascensor los peores drogadictos del mundo
veníamos de un sinfín de aventuras que ya no podría empezar a contar
estaba yo el experto en hongos
otro loco venía en coca
pero el más descuadrado de todos se sacó el calcetín
a todo esto cabíamos bien apretados en el ascensorcito ese
y se clavó una jeringa en medio de los dedos de los pies
llevaba un rato preparando un combustible líquido
y cuando la aguja terminó de entrar
y el fluido a su organismo
se fue como impulsado por un meteorito
encima del experto en pastillas anfetamínicas
luego me miró con cara de enfermo
le sostuve la mirada por un instante
pero yo no sabía lo que era la heroína
el ascensor se detuvo por un instante y bajamos
no sabía de qué se trataba la aventura actual
en el camino a no sé donde
alguien me dijo el secreto del loco de la heroína
era una especie de aceite de quemar lo que se inyectaba
dicho aceite venía con componentes químicos especiales
el loco era una voladito de poca monta
me tranquilicé
pero dije algo que no venía de mi espíritu
algo así como cómo es posible
esta gente
que se droga con cualquier sustancia
y seguimos caminando rumbo a casas en el mar