lunes, septiembre 13, 2010

mononoke hime

Bueno, vamos viendo
San y Ashitaka se sonríen siempre que se ven. Preocuparse de una persona es la técnica infalible para atraer su atención. Cuidar, abrigar, trasladar, sanar son vías seguras y comprobadas en oriente. Un regalo. La cosa se da bastante simple entre ellos dos, se gustan y se quieren rápido, adolescentemente. La película tal vez falla en eso.
Lo bueno bueno, claro que también un poco adolescente, es la respuesta que da la madre loba a la pregunta de ashitaka: "y qué onda San?". Están hablando del futuro del bosque, la guerra había comenzado y Ashitaka quiere saber de San, qué onda San, si acaso yo, Ashitaka, tengo posibilidades con San. Qué propio de humanos eso de pensar sólo en uno mismo, le responde la loba. Esa escena se cumple bien en esa frase, a mi modo de ver.
Y el resto son las escenas absolutamente silenciosas en que aparece el dios ciervo. Ese personaje no puede ser mejor, a mi modo de ver.
El dios ciervo no hace ruido al caminar por el agua.
Otra cosa buena son las batallas y los golpes de ashitaka, en ellos siempre el agredido resulta desmembrado: la flecha de ashitaka vuela como si encerrara una fuerza ultra poderosa, no es una flecha corriente.
Pero ashitaka es un héroe y por eso su personaje es querido. Va al encuentro de su destino. Utiliza todas sus fuerzas en todo momento para ayudar a aquellos a quienes les es leal.