martes, septiembre 27, 2016

Lunes 6 PM

No debe faltar en mis memorias el momento en que abrazado a las piernas de María le pregunté qué había hecho ese día. Me empezó a contar, con su voz suave, y algo se aflojó en mi pecho. Sentí lo que deben sentir los hombres enamorados, un relajo completo, el abandono total en la dicha más pasajera de todos los tiempos.