jueves, septiembre 27, 2007

Esta es una mala época para los blogs

Estoy con licencia médica y no entiendo por qué, me siento extraño, casi eufórico de la risa. Sin embargo tengo algún tiempo para desaparecer aún más.

La doctora sintió un gran impacto al parecer al ver que yo tenía 39, pero la energía de los brujos me mantenía en pie. Atravesaba los alerones del hospital en pos de mis exámenes derrochando energía y miradas con los otros enfermos y con alguna gente del personal. Ellos trabajan allí.

Seguramente mis 39 grados se debieron a la cura de sueño que me practiqué esa mañana cuando no me paraba de doler la cabeza, y la medicina no tiene en sus libros el fenómeno del ensueño. Para los siquiatras, una cura de sueño es una dosis de pastillas dormilonas y que no se sepa más, pero para mí es como un masaje que el doble le hace al cuerpo. Ya me había pasado una vez sin querer que me frotaba las manos y luego me las pasaba por la cabeza soñando y despertaba, y ya mi cabeza era un músculo en calma. La faceta del ensueño es muy misteriosa y es probablemente la que me hace sonreír y estar tan feliz al otro día. Para llegar al ensueño es preciso romper la prisión de la experiencia cotidiana que nos obliga a descartar todas las posibilidades mágicas, imbuidos en la cual somos como el agua de una represa, es decir infinita energía y ninguna salida. Me recuerda un acertijo que me dijeron alguna vez: ¿saben cómo se rompe una represa? Y la respuesta es: con una pequeña fisura.