miércoles, junio 10, 2009

los que quieren que el lagarto hable que lo digan

después de tantas cosas la cita era (volveré por estos lados) en el pasto, en el pasto del costado de la casa, un pasto basto que atravesaba toda la casa en donde ya he estado infinidad de veces sin saber dónde queda. Allí tomaríamos unas fotos de vicente haciendo piruetas o posturas difíciles de yoga. empezamos al aire libre pero poco a poco nos fuimos metiendo en unos sótanos. yo era el fotógrafo. sótano en donde mi querido sobrino vicente hacía la invertida contra la pared quedando su cuerpo impregnado en luces. el tío rami y mi mamá aprobaban las maniobras de vicente y la cosa estaba resultando más o menos bien. en una parte tuvimos que esperar en el umbral de una puerta que pasaran ciertas cosas y sonaba la poderosa muerte tocada por los jaivas. yo cantaba suavemente pero no me atrevía a hacerlo más fuerte porque desafinaba a groso modo. pasamos a la mesa que había preparado mi mamá a altas horas de la noche, era una comida con aliento secreto, sin despertar al resto. mi mamá había hecho buenos platos pero yo me negué a comer tan pronto a acostarme. dejé al tío rami y a los demás a la luz de los candelabros masticando y me fui no sé cómo a las habitaciones. rogelio estaría ocupando mi cama como habíamos acordado y yo dormiría en el camarote arriba. subí al segundo piso y desde allí me precipité hacia mi cama, haciendo en un momento un salto felino de un camarote a otro. en eso se despertó un poco rogelio pero le dije que todo estaba bien. luego me metí dentro de un saco azul y me tapé con uno rojo pero casi enseguida intercambié los roles de los sacos, por comodidad. todo tenía un aire extremadamente normal.

entonces vino el episodio del bicho. primero lo vi acercarse por el techo y parecía un bicho inconcebiblemente grande para su especie, como los que hay en el trópico. escarabajo del porte de un gato. con una boca serrada en frente, de esas que apretan como apreta el alicate. yo le quería avisar a mi papá pero lo vi bien y examiné su hocico en forma de alicate serrado. lo ví y vi que en realidad era un pájaro, también negro. el pájaro se acercó y cuando estuvo listo para caer a mis pies cayó del techo, muerto. lo empujé con mis patas para que bajara de la cama. en ese momento sentí que el pájaro era una señal de algo, por haber caído justo a mis pies y ni una pulgada después o antes. me bajé un instante de la cama revuelta y luego volví a ella. revolviéndome noté frente a mis narices la presencia de un nido con tres huevos enormes. sentí que mi tarea era la de empollarlos. en ese instante la situación me superó y me rehusé a ello.