domingo, octubre 21, 2007

El Suicida (Fragmento)

A Carlos Humberto Camino se le recuerda por la perentoria frase “Dios no puede cambiar el pasado, pero sí las imágenes del pasado”, que luego recogió Borges para formar su fábula La Otra Muerte. Carlos Humberto nunca supo del uso que se había dado a su fórmula, porque se suicidó. Esto se infiere de sus últimas cartas, dirigidas a un tal Teo Van Heusen. Las cartas pueden encontrarse en Correos de Chile, oficina de calle Moneda; a lo mejor ya no existen.

La fascinación por las palabras de Carlos Humberto nace en mí cuando lo voy a visitar al hospital; primo de un amigo mío, debemos llevarle documentos y vituallas para que termine su tesis de Licenciatura en Filosofía. A Carlos se le podía ver moviendo la cabeza de un lado a otro, conectado a una sonda de micción artificial y a aparatos desesperanzadores. Esto no sería extravagante, de no ser porque lo estaba haciendo a la hora que fuese que fuéramos o visitarlo, o que se le avistara desde el pasillo; se infiere que ese movimiento lo prolongaba durante varias horas al día. No quería salir del hospital.

No recuerdo si vi primero las palabras de Borges, y luego las reconocí en Camino, o si fue al contrario. El caso es que estuve de acuerdo con la frase estrambótica. Al volver a la casa por una avenida de piedras, vi pájaros y decidí no pensar por un instante. Me golpearon un grupo de muchachos y mi sangre surcó el empedrado. Pensé que me había acertado la muerte y que mi recuperación, llevada a tumbos hasta mi casa, fue sólo un sueño. Que la televisión encendida y los comerciales eran sólo un delirio. Miré a través de los visillos el cielo de oriente y –lo juro– lo vi rojo.