lunes, octubre 22, 2007

Munga-mungázana

Parece increíble que algo tan inmenso, como la vida, se termine tan pronto. Esas cortinas de mi casa, esas como visillos, tejidas, van a desaparecer; pero yo parece que las estoy viendo ahora.

Parece convincente la historia de que en la muerte vemos todo por última vez. De ahí la intrepidez del plan de los guerreros, de adelantarse a la muerte y mirarlo todo por última vez, en vida. Meneando la cabeza de un lado hacia otro mientras se respira.

La oreja de la Ale desaparecerá demasiado pronto y su mirada lo mismo, para que yo me enamore de ella (no voy a alcanzar). Y no voy a saber quién era, porque no podré recordarla. Todo quedará aquí como en un sueño de la galaxia o de una estrella que sueña.

Munga-mungázana. “Controla tu peso”, me dijeron, y yo puse en mi pieza una balanza. Cuando me despierto, todo parece un absurdo, pero ya lo tengo bajo control.

Nadie entra a una pieza y prende la luz a tontas y a locas. Para hacerlo se necesita control, aplomo, y sobre todo, la fuerza.

La predilección de la persona común es usar la razón para analizar el pasado y proyectar así el futuro. En cambio la predilección de los guerreros y guerreras es olvidar el pasado para siempre. Nada nos ata en este instante.