viernes, junio 08, 2012

Cerca del fin

me gustaría hablar con un ateo para preguntarle: ¿tú crees que el pensamiento y la conciencia se originan en las neuronas? O, en otras palabras, ¿es meramente la corriente sináptica lo que nosotros interpretamos como un pensamiento y una conciencia? Es una teoría perfectamente plausible, y para creer en ella basta aceptar el hecho de que interrumpida la actividad cerebral, se acaba la conciencia. Lamentablemente, no hay prueba de que la muerte, o el cese de la actividad neuronal, ponga fin a la conciencia, pues nadie ha podido hablarnos desde allá o volver para decirnos qué es lo que pasa.
En este punto no hay, o no se conoce todavía, manera de hacer progreso científico. Los instrumentos que miden la actividad cerebral no son capaces de registrar experiencias como el sueño lúcido, por ejemplo. De nuevo, esto se trata de confiar en el relato de la persona o sujeto de experimentación que declara él mismo o ella misma haber experimentado un sueño lúcido. ¿Por qué esa persona habría de mentir? Las personas tienen razones muy buenas para mentir, por ejemplo jugarle una broma al investigador y después comentar la cara que éste puso. De nuevo, el problema es el mismo. Los instrumentos actuales no son capaces de dar cuenta de ciertos procesos o de ciertos niveles de experiencia más que por un número de reflejos y respuestas del cuerpo humano que resultan no ser exclusivas de tales procesos, como por ejemplo la dilatación de la pupila, el aumento del latido cardíaco, etc. Si los sujetos de estudio en el experimento de los electrodos y el sueño lúcido no mintieron, allí tenemos una experiencia distinta, única, que no se manifiesta de ninguna manera especial en el cuerpo humano. Para los instrumentos y para el científico que mide las respuestas, el sueño lúcido no se diferencia en nada del sueño normal. Para el sujeto de experimentación, que lo vive, ambas experiencias son radicalmente diferentes. Cómo medir esta diferencia, o cómo conciliar la experiencia del sujeto con la experiencia científica, objetiva, de los instrumentos. Parece que este problema fue descubierto hace rato.
Yo opino que no es el cuerpo el que gatilla la conciencia a través de sus múltiples procesos, sino que la conciencia existe separadamente y simplemente se aloja en el cuerpo mientras dura la vida (entendida como el fenómeno orgánico.) Aquí hay muchos puntos para discutir. La conciencia puede ser, si se adopta mi postura, un continuo que todos los seres sensibles son capaces de percibir y del cual extraen múltiples experiencias. Yo digo que la evolución no es un proceso individual, ligado a un solo especimen, sino un proceso colectivo y llevado a cabo por la conciencia que comparten todos los exponentes de una misma especie. Por ejemplo, los monos que vivían en la isla de la muerte vieron el agua crecer inundando los páramos y su isla pronto convertida en un archipiélago. No tuvieron más contacto con sus congéneres que quedaron del otro lado de un brazo de mar, pero siguieron existiendo en clanes isolados. No sabían abrir cocos a través de golpearlos con una piedra hasta que a uno de ellos, en una de las islas, se le ocurrió la idea y la ejecutó. Paralelamente, en las otras islas, otros monos hacían lo mismo. Es claro que la técnica no se transmitió por ninguna vía de comunicación directa, no hubo señales de humo, llamadas teléfonicas ni internet. Sin embargo distintos especímenes de mono decidieron partir el coco con la piedra al mismo tiempo. ¿Cómo puede explicarse este fenómeno, sino a través de aceptar la evolución conjunta? Todos los exponentes de una misma especie, independiente de su locación geográfica, mantienen contacto con una esfera de conocimiento común, una conciencia colectiva, que a la vez guía el proceso evolutivo de la especie. Lo que estoy escribiendo me hace pensar en la conciencia de la época y en que no me diferenciaré de mis congéneres en ningún aspecto demasiado notable mientras dure mi vida. De hecho, todo lo que estoy escribiendo ya lo sabe cualquiera que sea capaz de leerme. Le bastó cerrar los ojos un momento o caminar por el parque para aprehenderlo.
El asunto es que no toda la energía de la cual disponemos está asentada en el cuerpo físico. Una parte de ella sí, naturalmente. Pero si los instrumentos de medición de las respuestas físicas del cuerpo no son capaces de registrar ciertas experiencias, es porque éstas se producen en un aspecto distinto de la realidad. Pero no es que la energía abandone por completo el cuerpo físico para experimentar estas otras realidades, puesto que la máquina sigue captando los mismos niveles de actividad. Necesariamente, tiene que existir otra fuente de energía para alcanzar dichos planos. Esto no puede demostrarse científicamente y la ciencia no puede extenderse para incorporarlo. Al menos no en el nivel de evolución en que estamos ahora.
Todo esto de unir los argumentos y de reencontrar las ideas es más un recurso literario que se utiliza cuando no se tiene nada más que decir. Se busca asombrar muy fácilmente al lector, lo cual sólo puede querer decir que se está cerca del final.