la mente masculina funciona la mayor parte del tiempo por medio de la proyección. Le cuesta detener las proyecciones y conectarse con el instante o en todo caso, naturalmente no tendería a hacerlo: necesitaría de un esfuerzo conciente para lograrlo. Esta limitante se traduce en la búsqueda del bienestar en momentos futuros y en la planificación de instantes. Los instantes planificados pronto terminan adoptando una estructura específica. Se busca siempre de la misma forma y nunca se prueban fórmulas nuevas. Esto es un horror.
McKenzie, 1980
McKenzie, 1980