Puta mi maleta apareció, pero con tan mala cueva que me habían echado droga adentro y yo no la revisé. Me tenía que ir al terminal 4 rápido, puta la huevada, ni siquiera tuve la oportunidad de snifear esa coca antes que la olfatearan los perros. Figuraba en el aeropuerto de Nueva York, terminal 4, con las manos en la cabeza como un gorila, esperando que llegara alguien de la embajada de Francia para velar por mis derechos. El tipo me explicó que yo como ciudadano francés tenía derecho a la cacha de la espada, no le entendí mucho, a mi modo de ver yo era claramente culpable. Anda a convencer a los gringos de que la droga no es tuya, para un policía de aduanas gringo cualquier droga en el planeta es tuya. No puede ser mía toda la droga que alguien anda poniendo en mi mochila desaparecida, oiga.
La culpa era de LAN, ellos habían perdido mi mochila y habían permitido que alguien guardara droga en ella. Quién sabe en qué aeropuertos había andado esa pobre mochila. Ya imaginaba al hermano peruano funcionaro de LAN, desesperado porque andaba la que pringa en el aeropuerto y metiendo la droga en un bolsillo cualquiera de una mochila random. Esa era mi mochila, concha de tu madre, por qué no la metiste en el bolso con florcitas de al lado. A una mina no le hubieran hecho tanto atado. No sabía qué estaba hablando.
Al final supe, pero eso fue como 3 temporadas más adelante, que todo era un plan de Al Qaeda para infiltrar a un topo en el set de grabación de la serie Homeland, y culearse a la gringa rubia para luego vender la porno en el persa de Santiago. Me parecía alambicado tanto proceso, pero la serie progresó tan gradualmente que no me di cuenta. Al final, una porno sólo podría hacerle bien al mundo, y ahora que lo pienso tengo algo que hacer. Hasta luego.
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