jueves, octubre 25, 2012

spider man

básicamente no podré olvidar jamás en la vida cuando me levanté a mear al mismo tiempo que la Kathy González y nos encontramos en el baño de su casa. No sé por qué en su casa los González tenían un baño público, es decir que cabían dos personas. Normalmente en los baños de sueño no es fácil encontrar un meadero, porque a pesar de ser baños no están pensados para lo mismo que los baños de la vigilia, esa otra acera. Al terminar lo mío y salir al resto de la casa vi, a la luz del amanecer, que se colaba pese a las cortinas, fotos mías, de mono, incluso de Gaby y básicamente de MI familia, en portarretratos sobre las mesitas y los demás muebles. Me asombró que estuvieran allí. Con los González hubo un altercado que nos alejó en 1980. Ellos habían conservado esas fotos nuestras, e incluso algunos dibujos hechos por mí o por mono cuando chicos, en lugar de simplemente tirarlas a la basura.

Fuimos en auto a un lugar en donde si pagabas te enseñaban a jugar tenis. Pasabas por varias etapas, el saque, la red, la devolución, y para cada una había una cancha y un par de profes especializados. En la entrada me encontré con Raphael Chen (mucho más viejo), mi hermano Gaby y otro chino amigo de ellos. Fue incómodo, pero nos saludamos como pudimos. Inventé que iba a entrar a hacer el circuito de tenis, y creo que eso le había dicho a los González, antes de que ellos se me adelantaran, precisamente para que Chen escuchara.

No entré al circuito, era caro, pero de todas formas avancé (me alejé de Chen) lo más que pude sin tener que pagar. Llegué hasta unas rejas. La hora pasó luego y ya los González, que sí habían tomado el tour,  salían y nos teníamos que volver al auto. Yo me perdí un rato en el camino, a pesar que sabía perfectamente adonde tenía que ir, y saludé a otro amigo al cual conozco sólo de cara. No le sé el nombre. Respectivamente, nos dijimos ¿tú por aquí?

Lo otro es demasiado absurdo para contarlo. Pero va de todas maneras. Yo soy el hombre araña. Estoy acostado en mi cama en un callejón, en plena calle. Mi tío le está diciendo a un primo (procurando que yo escuche) que almuercen juntos, una sopita japonesa para reponer las energías (estamos en Nueva York). Algo salió mal, yo estoy muy alicaído. Me tapo hasta la cabeza con las frazadas. Mi tío le dice a mi primo que yo soy un cobarde, que se vayan sin mí. Yo no puedo recuperarme de la catástrofe que parece haber ocurrido. Cuando estoy bajo las frazadas, llega alguien, un mendijo, parece, a ordenarme la cama, a taparme bien. Reniego de sus cuidados, no necesito de su compasión. Como soy el hombre araña, salgo disparado hasta la pared de un edificio, atravesando como 40 metros de puro espacio.

Como podía ser quien quisiera decidí ser el hombre araña.