lunes, febrero 12, 2007

Misterios prácticos

Me acuerdo que iba en una calle misteriosa de regreso a mi casa, y que de repente pasó un ramillete de 3 minas exquisitas, la principal de ellas con el pelo castaño tomado en un moño de vieja que la hacía acompañar por las otras 2 que era necesario alcanzar. Había allí más gente que en el paseo ahumada y me puse a correr nada más que para llegar a la esquina, doblar y ver la calle desierta.

Estoy de cumpleaños. O faltan 2 horas para mi cumpleaños y estoy en la casa de mis tíos, recostado de panza en una cama y revisando los misterios prácticos. El cuerpo no existe y toda la sensación es un sueño en que no hay ni pies ni cabeza, la energía reside en el sueño de cada uno de nosotros, y este mundo es sólo un aparato de visualización, como una nube en que se reflejan los rayos cósmicos y uno debe ignorar, pasar por alto toda la realidad y sólo debe contar lo que soñamos. Me levanto por fin de la cama y voy donde están las 11 almas que me acompañan en esta fecha “tan” especial.

Al correr sin esperanza, una niña me sale al encuentro y me empuja para que alcance a las 3 que me robaron los sentidos en general, no están, pero al girarme de pronto las veo pasar y, tal vez sin dudar, interrogo con los ojos a la más bella, la del moño de vieja, y resulta que yo estoy deseando una sonrisa en la tierra de la B., y la del sueño misterioso es como la B., y sus ojos van pasando lentamente a la forma más despiadada, como dos ranuras que dicen que la muerte aquí y que la muerte allá, y yo me espanto y después voy con la otra morena, que se parece a la que en la tierra es la P., y sus ojos son sinceros porque yo no quiero nada de ella, y para entonces ya sé que estoy en el sueño que Juan Matus llama mundo de los seres inorgánicos.

Ahora vas a correr, me dice una voz, la voz que Juan Matus llama el emisario de ensueño posiblemente, y yo busco mi cuerpo en la parte baja de mis ojos y sólo veo una mancha azul, y quiero despertar, y ahí entonces una voz me dice:

“Y ahora te despiertas tranquilo en tu camita”.

Con el matiz más sarcástico que puede existir.

Llega el minuto de los abrazos, estoy feliz o esforzándome por estar feliz para que me vean los ojos del intento que está afuera de todos los sueños. Me falta conseguir el intento de los nuevos brujos, el intento que consiste en ver energía, en ser seres luminosos y en moverse nada más que con los ojos. Y debo empezar a practicarlo ya, porque como ya veremos estoy atrapado en un mundo del cual quizás jamás pueda escapar, o en verdad sí seré libre, y nada más es una sensación de desesperación la que no me deja en paz. Y me toca abrazar a la B.

En la cama que no era mi cama, desperté y mis brazos eran como tiritas en un ventilador, y yo dije que no era posible estar así y me puse las pilitas, armé lo que se dice es mi cuerpo de energía, porque yo quería estar de vuelta en la casa donde habíamos celebrado mis 26 añitos tan fácilmente, y no. En la cama de al lado estaba el brujo que me dijo que corriera, y busqué en vano mi cuerpo tendido en mi cama, y busqué en la pieza de al lado y las camas estaban hechas, todos se fueron y en el living encontré mi bicicleta sin una rueda, y más allá encontré la rueda, y entonces supe que mi bicicleta en la tierra es un sueño o un espejo de la otra bicicleta que estoy viendo aquí, y salí a la calle o al campo porque estábamos en Pirque, o en “un” Pirque, y corrí y no podía correr, buscando mi cuerpo y no estaba por ningún lugar, y pensé que nunca iba a volver, y pensé que había caído en la trampa más sutil.

En toda la noche no pude estar cerca de la B., y sé que pueden pasar años, porque el tiempo en la tierra es así.

Miré a lo lejos, a la ciudad, y las nubes eran como de piedra. Confirmé todas mis sospechas de hallarme atrapado en un sueño del cual verdaderamente no me sentía capaz de despertar.

De repente me doy cuenta de lo que se me nota que me gusta la B., en las tonteras que le digo.

Y voy descubriendo que estoy asustadísimo, y que lo que me asusta no es la muerte misma sino el hecho de estar atrapado en un mundo que ni siquiera es el mío, porque si fuera el mundo mío, al menos tendría a mi cuerpo, y aquí no tengo nada más que la posibilidad de viajar como pura energía, y de ver más. Y al despertar de verdad, emito casi un rugido, y me giro en la cama para ver a los O. que estaban durmiendo allí y que ahora sí estaban y eran ellos. Y sentí que acá por lo menos estaba yo, y que el sueño, en pos del que tanto voy a la caza noche tras noche, es en realidad terrible.

Me empiezo a preguntar si verdaderamente es el mundo de los sueños tan fantástico como parece ser, y me respondo que él también es un mundo cárcel, y que mi destino en verdad es como una sonrisa, porque es la libertad.

No me importa esperar años o décadas si al final me espera la libertad.