lunes, febrero 19, 2007

Rayueliana

Todo tiende a hacerse irreal a mi alrededor. Esta semana es la última de la Cherry, después se va para siempre. De Santiago.

No sé si juego con fantasmas, sólo sé que, en cierto sentido, me queda una semana (en otro sentido me quedan más que semanas, pero eso da igual.)

Dicen que todo está en el timing, y yo espero que así sea por esta vez. Lo otro, es que está de por medio el Mati. Mi hermano.

Desde un punto de vista, eso me gusta, porque la labor se vuelve aún más imposible. O sea, si es imposible que una nulidad como yo, desconocedora de todo, se acerque a la Cherry, cómo será entonces que eso pase cuando los dos tortolitos malditos se juntan a escondidas el día de los enamorados, y se quedan en Santiago el fin de semana cuando estaban invitados a Pirque; cómo es eso, si ya lo otro era infinitamente imposible.

Da lo mismo. Estoy escuchando Cypress Hill. Ya me dije que mis pensamientos no me iban a derrotar. Cuando volví de la vuelta de poder, fui al súper y me encontré con la Mary y Cristóbal, como siempre. Les pregunté ¿y la Cherry? No sé, me dijeron, no la hemos visto en todo el fin de semana. Y ellos viven juntos.

A lo que voy, así como dije que mis pensamientos eran irrelevantes cuando me decían que no, asimismo tengo que considerarlos irrelevantes cuando me digan que sí. El viernes, cuando salimos, éramos varios y la sorprendí mirándome.

El laberinto del intento es más poderoso. Las palabras, pensamientos y actos son irrelevantes. Los míos, los del Maty y los de la Cherry. Todo está por cumplirse, y yo espero estar del lado de la fuerza que lo gobierna todo secretamente.

Fin de las transmisiones.