viernes, agosto 17, 2007

Siracusa

La mente no es la única que experimenta el mundo, debajo de la mente opera o yace o se extiende el doble que tiene su propia experiencia de las cosas, y sus propias certezas que son incomunicables, porque duran lo que dura la nada, o lo espontáneo, luego la forma de sacarlas a relucir es mirándolas una y otra y otra y otra y otra vez hasta el infinito.

Ya una simple mirada es del doble para siempre, o mirarla a los ojos una vez significa que uno la podrá ver siempre cerrando los ojos y respirando mientras se mueve la cabeza de un lado a otro inhalando, y exhalando en la dirección contraria, una y otra vez, mientras se recrea la imagen de sus ojos bonitos y sinceros y chistosos, y ella pierde su importancia y es tan sólo una flor más en el paraíso, por lo tanto sirve para no tenerle miedo nunca.

Lo mismo con los propios sentimientos que son de culpa, de horror o de vergüenza, o bien de alegría y de pena o de lo que sea, esos sentimientos permanecen ocultos y enterrados bajo siete capas porque la razón así lo quiere, pero nuestra tarea es iluminarlos con el truco de la respiración y reproducirlos una, y otra, y otra, y otra vez hasta por lo menos 100 para que dejen de ser tan pesadas las cosas que nos pesan, las vamos mirando en su justa medida y vemos lo que son, estupideces o simples malentendidos, o como si nos obligáramos a ser estúpidos pero no lo somos porque somos capaces de sacarle el rollo a las cosas simples y limpiarlas y pulirlas y dejar que sean lo que sean, y nosotros también ser lo que somos.

Háganlo, no se arrepentirán.,