viernes, febrero 08, 2008

Completitud

Por favor, no tomen en cuenta esto....


De vuelta para mi casa un indio me interrogó. En verdad, yo estaba cruzando la calle Rancagua y me encontré con tres conocidas que iban a una fiesta creo. Veníamos caminando de muy lejos juntos, acaso una distancia astral. Me separé de ellas, y casi le doy a cada una un beso, pero enseguida me alejé sin darles el beso. Tomé por el callejón y el aspecto de tres indios me asustó: se notaba que estaban traficando con artefactos prohibidos. Claramente me notaron, a pesar que estaba oscuro me sintieron, pero yo me fui rumbo a mi casa y uno de ellos me habló en una mezcla de español e inglés. Yo me alejaba diciendo palabras como maybe. El indio me agradó y fui con él. Entramos a su casa: nos sentamos a una mesa.

II

En la mesa reconocí a un amigo que hice hace algunos años atrás, y me di cuenta que el episodio estaba completamente borrado de mi mente (como le ocurría a Castaneda). Lo recordé todo: era que con el Leo necesitábamos una bicicleta para salir a pescar, y preguntábamos en las casas del barrio y entrábamos a ésta. Ahí hacíamos buenas migas con su familia que eran un grupúsculo de engendros malformados! Habitaban en una casa que era una sola habitación y al fondo estaban las bicicletas y los repuestos, a granel. Mi amigo comenzó a referirle esta historia a mi hermano que, qué casualidad, apareció por allí de pronto, a la mesa, mientras yo me comía un purecito que me habían servido. En realidad eran papas fritas y yo, confundido al principio sin saber lo que era mi plato, les eché a unas pocas, buena cantidad de azúcar flor. Y di vuelta el plato para que las papas fritas florosas quedaran a lo lejos y me fui comiendo las saladitas, que estaban a mí cerca. Para ese entonces, la manera de hablar de mi amigo, que era vagamente chistosa, en el aspecto redactivo y conjugacionesco, se me empezaba a pegar al paladar. Mi amigo comentaba que el Leo le había dicho: “¿copia bicicletas?”, y que él le había dicho “sí”. Entonces yo dejé de comer e intervine tocándole el bracito a mi amigo. Conté que esa vez el Leo a todos los vecinos les preguntaba: “¿copia bicicletas?”, que todos le decían “no”, y que al final mi amigo fue el único que le había dicho “sí”. Mi anécdota no tuvo éxito. Y después le toqué el bracito de nuevo a mi amigo como diciéndole “sigue tú”, para que siguiera él, y yo siguiera comiéndome mis papas fritas. Cuando mi amigo terminó de contar le dije lo siguiente: “esto fue hace como 1 año, ¿cierto?”. Y él me contestó que no, que había sido “hace 3 un-años”. Me concentré en terminar de separar mis últimas papas fritas saladas de las no-saladas, y me fui en un abismo papafritesco del cual no salí, ya. Sólo recuerdo que mi hermano, o el bueno de Bartolomeo, no sé bien quién, botaban la basura y afuera (la puerta era un arco sin puerta, en realidad) se veía la ciudad, y reinaba la noche por lo demás.





....sólo era por completitud.