lunes, febrero 25, 2008

Nimiedades

Luego de grabar el primer disco se fueron cada uno en busca de sus destinos particulares.

Los mil jinetes eran dos, y esa disparidad numérica ya había causado estupor, y todos la señalaban como si estuvieran avistando tierra o un cometa cerca del cielo o el sol demasiado cerca de la tierra acaso con posibilidades de tocarla pasadas las 6. Desapasionadamente tal vez, Adrián dijo que los mil jinetes eran el resultado de haber disfrutado una tarde, pero era algo que no tenía ni ton ni son, y que en ese verano estaban libres y que nunca más volverían a estarlo. Andrés estuvo de acuerdo porque se alejó cuando lo visité en esa casa en las alturas, y le confesé la historia de cómo había llegado hasta allí, y él se fue con una cubeta de agua mirándome con cara de nada. Después anocheció y en el vidrio de la ventana apareció un dibujo de Liniers, que había estado oculto pero que la oscuridad exterior por fin revelaba.

Una piedra que cae al lago y esa onda elíptica que genera pueden parecer algo natural, natural incluso, pero cuando el fenómeno se empieza a repetir y se empieza a observar una y otra vez, la piedra y su onda dejan de serlo y se convierten en algo sobrenatural. Desde allí la piedra en el lago puede ser cualquier cosa, y ya casi no es necesario sentirla. Más explicaciones no pueden haber, fue todo lo que me dijo Cristóbal Briceño cuando le hice esa entrevista en la calle Maradona, donde a nuestros pies dormía la siesta un perro que aparentaba saber algo más. Con Cristóbal lo comentamos. No sabe nada, fue su respuesta. Al igual que tú, terminó por agregar.