martes, febrero 19, 2008

la Perfección

Los principios de la guerra son aquellos que ayudan a vivir más relajadamente. Los principios que generan presión y ganas de estar aquí o allá son contrarios a la guerra, y sólo causan la destrucción de lo más preciado de nuestra naturaleza. Esas son las reflexiones en que estuve imbuido la tarde que caminé desde la sala de clases de Oracle hasta mi casa por parques desconocidos. Ayer fui a recrear el acontecimiento. Los parques ya no existían. Desde allí que he decidido no preocuparme nunca más por asuntos pasados.

Los principios de la guerra son por ejemplo renunciar a la perfección. Son por ejemplo no ponerse nunca en el centro de la noticia. La repetición exhaustiva de estas actitudes (de verdad) te va poniendo en un estado en que ya poco te importa tu soledad.

Pero el que más me interesa últimamente es el de renunciar a la perfección, por cuanto toda la energía de mi vida estaba depositada en lograr la perfección antes de escuchar esto: que todos nosotros éramos y somos el señor y la señorita perfecta. Un brujo libera esa energía para percepciones extraordinarias.

En todo caso, remar a la contraria en un mundo en que todos están remando para lograr la perfección es alambicado, y cuesta un poco pero uno consigue reírse.