lunes, mayo 26, 2008

La clave mística

En ese momento todos miraron hacia el camino. Por ahí venía la esfera disparando rayos.

Se encontraban perdidos, sin duda alguna. O tal vez no. Estaban en el sur de chile, un campito lindo. La cosa estaba media lluviosa, la lluvia caía en las hojas de las plantas harto grandes. Fito hablaba por celular y la cara se le venía habajo con la noticia, la noticia que había salido en las noticias y que ahora le daban por teléfono.

Yo sabía que mi destino no estaba ligado a Fito. Y que la esfera no tenía por qué tocarme. Más rato, Alvarito me preguntaría qué me había dicho la esfera, y yo le contestaría que nada. Era una cosa harto especial verla venir disparando rayos, con la fama de varias muertes a su haber. Dos homicidios más en el campo de al lado, y nosotros cinco acá. Me acerqué y la tomé en mis manos como una piedra. Algo raro tenía. Como un montón de hormigas que estaban en mis manos y que sufrían al apretarla yo contra la piedra.

El caso era que la esfera asesina venía hacia nosotros, o sea el asunto no tenía vuelta. Nos iba a matar y listo. Fito colgó el celular. Yo no les voy a mentir, no estaba angustiado, más bien feliz. No es necesario que les diga que ya no confío en la vida. Como sea, me preparé para la batalla final. Me asomé al caminito y la vi venir, ocupaba todo el ancho de la calle que era de puro barro. Por sus ojos, si es que tenía, salieron dos balazos como relámpago que fueron a pegar cerca de mí. Yo no estaba físicamente ahí, sino que era un campo de energía, como un sueño pastando. Así que los disparos no me tocaban. En un momento, estiré mi mano y atrapé la esfera que tenía como un halo de luz; al tocarla con mi mano, se apagó. Después aparecieron esas como hormigas, que morían apretadas entre yo y la piedra. La piedra era linda, como un azul calipso, y como esas piedras bacanes que uno se encuentra cuando chico. Me ocupaba toda la mano. Mientras tanto yo sentía weás super choras, como del fin y afines.

Con la piedra en la mano se me empezó a pasar la sensación de que estaba bien morirse ahí mismo. Me puse tranquilo. Alvarito después me dijo que el enfrentamiento con la esfera había estado bacán. Estábamos en un galpón oscuro, guareciéndonos de la lluvia. Parecía que cada uno se había enfrentado a la esfera por separado, porque a Alvarito le dijo algo. Lo mío había sido gráfico.

La esfera era el punto de encaje, creo. O algo de pura energía. Alvarito le dijo a la esfera las palabras quiero y tengo. No sé cómo se salvó con eso. Lo mío fue más septentrional, porque yo soy la clave mística.