lunes, marzo 16, 2009

El 2do Adre


amando la weá y un segundo aire
los sueños son lo más extravagante
poetas de la tierra y de otra tierra
ustedes nomás me entienden yo creo



Esa vez estábamos en el verano, era en la casa del dada en ananda margam, yo participaba de toda esa realidad más o menos barata (random) y me parecía de lo más natural estar con las patas al aire en una silla como de playa. Hay un par de horas en la vida (soy toda la gente y eso me permite saber exactamente lo que pasa) en que uno se encuentra a alguien con quien conversar y a quien decirle exactamente todo lo que le está pasando y eso le pasaba a Parasa Deua, se estaba encontrando con la Marcelita y yo era un testigo ausente de todo eso, ahora veo que era para que yo pensara en ciertas cosas, a la hora que escribo esta suerte de encíclica, pero polainas. Yo tenía a Parasa y a la Marcela a la distancia y la conversación me llegaba de todas maneras a través del viento que soplaba en esos 3, cuatro metros de parcela. Hablaban de todo, no seré capaz de resumirlo sin ser hipócrita, sin saltarme sus corazones salvajamente. Hablaban de mayas y de cierto esoterismo chanta. Tenían un punto de discusión que los hacía llorar a gritos. Lo más impresionante era que hablaban acostados. Se miraban las caras con la gravedad actuando de manera infrecuente. Parasa hablaba de zen, de cosas interesantes como el tantra, de la cuarta y -válgame dios- quinta dimensiones maya y de la segunda atención de los toltecas. En este punto yo debí interrumpirlos.

Avancé los 4- 5 metros que nos estaban separando en ese intertanto y hablé con una voz que no movía el aire. Una voz que era una emisión de ondas alfa. Le dije a Parasa (pero hablaba para el mundo) que era la segunda persona en la tierra a la que escuchaba hablar de eso. La segunda atención era mi tema, dije. Dije que era a lo que yo quería dedicarme toda mi vida. La primera había sido la cruel Feña, en 1997 (año 2004). Ahora entiendo que Parasa en cierto modo era un enviado, y que él nunca había existido verdaderamente.

Entiendo que Parasa (o lo que queda de él) no entendía profundamente el tema, por su mirada ridiculizada. La Marcelita negó conocer alguna palabra de lo que llamábamos segunda atención de los toltecas. Le dije (tontamente, jugueteando...) que la segunda atención empezaba con un poema. Le pregunté si quería que se lo cantara. Me dijo que sin problemas. Te voy a enseñar el primer paso hacia el poder, yo le dije. Te voy a enseñar cómo preparar el ensueño. Esta noche (la cadencia de cada frase era ambigua, ingenua) te mirarás las manos en tus sueños.

Para lograr esa hazaña (lo hemos venido haciendo hace mil años, o decir mil años es poco), se precisa una fuerza pero no es una fuerza física. Es como la fuerza de una voluntad, para no derrumbarse por completo, para albergar siempre una esperanza. Esta: que las manos de uno, cuando sueña, se eleven a la altura de los ojos, para crear la conciencia.