De aqui a que llegue a decir lo que realmente pienso, falta mucho, no tanto por una autocensura fundada en temores sociales, sino mucho mas por la inefabilidad de esas cosas que pienso a ciertas horas. Son cosas tan dramaticas que un relampago cruza el corazon en el momento de pensarlas y por eso no dejan tiempo a la razon de establecerlas como algo concreto, es algo que me resisto a reducir a palabras. Son sensaciones bellas, el conocimiento puro de algo que se prostituye si uno lo encuentra escrito en alguna parte. La verdadera verdad no puede estar escrita en ninguna parte porque, de acuerdo al tao, si esta escrito no es real, si sale en fotos es mentira, si alguien lo piensa es porque no es asi.
Ese es el gusto supremo, el gusto por las cosas que no estan facilmente disponibles. La exclusividad. Es cierto por otro lado que nosotros no somos nosotros sino una fuerza que nos consume y no nos deja ser autenticos. De eso se trata todo el problema, de saber cuando nos estamos equivocando con necesidades puestas por alguien mas, por una conciencia que no es la propia, por un invasor que puede ser un beso, un pajaro con cabeza de conejo o alguien mas.
Generar locura y echar a andar el mecanismo de la locura es una de las actividades favoritas de los escritores malditos. Escribir cosas descabelladas tiende a reproducir ese mismo comportamiento en los lectores y la cosa no para.
Hay analisis establecidos, ya hechos que aplicamos dia a dia a nuestro entorno y que aplicamos desde que despertamos. El sentido comun es una posibilidad entre muchas y eso lo vemos antes de salir de la cama. Antiguamente los sabios se colgaban del pie y cierta gente los retrataba, al final no se sabe si se trataba de un castigo o de una penitencia autoimpuesta, para salirse de los moldes comunes y corrientes. La gente (y me incluyo) tiende a sacar conclusiones de la vida en la tierra o a leerlas por ahi y comienza a aplicarlas sin cesar, y cada vez que se despierta piensa y decide de acuerdo a que arbitrarias premisas va a actuar ese dia, para seguir siendo igual a si mismo.
La verdad es que la vida en la razon tiende a bastarse a si misma, salvo si uno ha conseguido llegar a algo mas, si uno recuerda alguna noche en que las estrellas brillaron mas de lo corriente gracias a un curioso desapego que vino arrastrandose desde dias antes. La cosa explota por si misma, pero primero tuvimos que darnos la oportunidad de experimentar lo nuevo y de pensar por nosotros mismos, y secretamente nos fuimos maravillando de como resultaban las cosas actuando asi. Hoy ya no tenemos esa juventud y esa locura para dejar fluir las cosas del modo magico, pero tenemos el recuerdo y ese recuerdo nos atormenta al despertar, de un modo bueno porque terminamos concediendole razon al argumento mas potente de todos los argumentos: somos disfraces, nuestra manera de actuar es arbitraria, somos un actor que busca representar a un personaje credible, sano, liberado de bienes y de males (aunque no se lo que eso ultimo podria querer decir), pero sobre todo un personaje que, a la vista de todos, no se salga de lo que comunmente se conoce como cordura.
Hay corduras exquisitas, corduras que van mas all