Pero el universo y la vida no están hechas de objetos ni de sentimientos sino sobre todo de burbujas, burbujas que se pegan y que constituyen un continuo de burbujas que atraviesa a su vez los seres y los planetas. Todos estamos conectados y una conversación, un baile juntos o un abrazo dejan burbujas del otro en uno y viceversa. Esas burbujas ajenas se quedan con uno y las de uno se quedan en la otra persona y esa persona sueña con nosotros y nosotros soñamos con ella. Es energía en forma de burbujas de la cual nos podemos deshacer sólo si trabajamos. Eso se llama borrar la vida, la propia y la de los demás.
Las burbujas pasan inadvertidas si nosotros no vemos, si no tenemos preparación para ver. Si la tenemos, vemos inmediatamente cómo con un abrazo se van introduciendo las burbujas en... todo esto yo no sé dónde está, sé que lo veo y se que es visual, pero no sabría decirle a alguien más dónde está, a alguien que no lo haya visto, alguien que lo ha visto me comprenderá en seguida. Entonces esas burbujas se van introduciendo en tu persona y luego no puedes ir a ninguna parte sin ellas, hasta que haces el zahumerio que significa expulsarlas y devolverlas, no quererlas más. No hay vida más perfecta que la propia, la vida autogenerada, la que no goza de energía externa alguna, la que sólo se sustenta con lo que tiene el propio ser, el ser de uno y que no comparte con el mundo.
Es una cacería esto de las burbujas pero hay que saber ganar por defecto, por no entrar en la lucha, ganar por ahorro y por ahorrarse el combate, ahorrarse el combate significa ganar.
Suena el camino de un solitario pero no es así, es el camino de un pirata hijo de puta que no se compromete con el mundo, y que por eso mismo puede entrar hasta las dependencias más secretas, porque no tiene miedo de salir afectado. Seguirá siendo el mismo hasta en el mismo infierno.