El problema del pensamiento es validarlo. Ojalá: científicamente. De donde vienen todas esas palabras que parece que flotan en la mente, y cómo saber si son justas.
Hace poco se me apareció un trabajo sobre las neuronas que se titula "cómo creamos nuevos pensamientos". No lo leí, solamente retuve el título. Me parece que la pregunta es imposible de contestar, salvo a un nivel material; esto es, dar cuenta de los procesos fisiológicos que tienen lugar en el individuo cada vez que da a luz a una idea. Pero llegar a determinar la causa última de que estos pensamientos ocurran, para mí, es otra cosa. De partida, el flujo de pensamientos está instalado desde siempre y sólo se detiene para reanudarse muy pronto. Todos lo experimentamos a cada momento, hasta el punto que nos cuesta imaginarnos cómo sería la vida sin él. Como sería la vida con la mente callada desde y para siempre. Nos conviene aceptar que
Aceptado el hecho de que es natural pensar y de que el origen del pensamiento es "misterioso", podemos abordar el problema de la calidad.
Parece que el pensamiento gobierna todas las otras facetas de la vida, pero hay una faceta que lo gobierna a él: el propósito. Permítanme llamarla propósito. El propósito, tener una meta (a corto, mediano o largo plazo) es lo único que hace que los pensamientos tengan sentido. De otro mono nos resultan arbitrarios.
Hace poco se me apareció un trabajo sobre las neuronas que se titula "cómo creamos nuevos pensamientos". No lo leí, solamente retuve el título. Me parece que la pregunta es imposible de contestar, salvo a un nivel material; esto es, dar cuenta de los procesos fisiológicos que tienen lugar en el individuo cada vez que da a luz a una idea. Pero llegar a determinar la causa última de que estos pensamientos ocurran, para mí, es otra cosa. De partida, el flujo de pensamientos está instalado desde siempre y sólo se detiene para reanudarse muy pronto. Todos lo experimentamos a cada momento, hasta el punto que nos cuesta imaginarnos cómo sería la vida sin él. Como sería la vida con la mente callada desde y para siempre. Nos conviene aceptar que
Aceptado el hecho de que es natural pensar y de que el origen del pensamiento es "misterioso", podemos abordar el problema de la calidad.
Parece que el pensamiento gobierna todas las otras facetas de la vida, pero hay una faceta que lo gobierna a él: el propósito. Permítanme llamarla propósito. El propósito, tener una meta (a corto, mediano o largo plazo) es lo único que hace que los pensamientos tengan sentido. De otro mono nos resultan arbitrarios.