el ensueño es la práctica de arreglar los sueños o de adquirir conciencia de que se está soñando. No es una habilidad especial de algunos hombres sino una facultad dormida, que poco a poco se despierta. Progresa hasta que seres inorgánicos, también presentes en el sueño ofrecen al ensoñador habitar en un nicho, en una caverna de un material raro. Esto, creo yo y estoy casi seguro, es el fundamento del pacto con el diablo: los seres inorgánicos son capaces de satisfacer deseos terrenales, sexual, monetario, de poder, a quienes viven en estos nichos. Vivir en uno de estos nichos es un destino mucho peor que la muerte, que es el retorno a la matriz, a lo que éramos antes de nacer, es decir el derrotero natural del ser conciente. Pero el poder para rechazar la oferta de los seres inorgánicos es útil para también rechazar la oferta de la sociedad. La sociedad humana ofrece un nicho a todos los hombres y mujeres, vivir bajo el amparo de una civilización. El brujo que rechaza a los seres inorgánicos también rechaza a sus semejantes, o mejor dicho rechaza el confort que le ofrecen, en modalidad mercantil, sus semejantes. Prefiere la muerte, o la desafectación de toda conciencia individual, como destino para sus extraños días.