jueves, junio 18, 2015

Black dove

Mi tío Carlos vivía en Valparaíso, ya no vivía en Viña con su familia. La razón era simple: un cáncer lo había agarrado de la próstata y se lo había llevado un tiempo atrás. Estaba canoso, y en su cara había algo de ultratumba. Se alegró de vernos. Con mi papá lo estábamos yendo a ver un 18 de septiembre en que se permitió a los vivos cruzar al patio de los callados. Mi papá se puso a husmear en unos artefactos inverosímiles que reposaban sobre las estanterías, mientras mi tío Carlos rememoraba anécdotas de nuestro pasado en la tierra. Recordaba cosas precisas que había hecho o dicho yo y que le habían causado gracia. Me las refirió con dulzura. Por ejemplo, una vez estábamos en mi casa y él me había pedido que buscara en youtube "pink rockero" (el pink, el nunca bien ponderado personaje de los Venegas), para mostrárselo a su amigo el Farolo. Pero yo le dije que no era necesario buscarlo, porque ese video yo lo tenía bajado en mi disco duro. Entonces el tío Carlos se alegraba de tener un sobrino tan despabilado. Otro de los recuerdos era una anécdota que yo había contado de mi colegio, algo que había dicho mal un profesor y de lo cual yo me había burlado (pero no me puedo acordar en este momento qué era; ya saben que la distancia entre la vida y la muerte es grande, y esto acarrea importantes vacíos de memoria).

Le dije al tío Carlos que le quería hacer una pregunta. Pero le advertí que se trataba de un tema difícil y que le podía causar disgusto. Me dijo que se lo preguntara de una vez. Yo le pregunté si él alguna vez se iba a ir "arriba" o "abajo" o hacia cualquier lado; o si todos nos íbamos a una casa como esa cuando nos moríamos. El tío Carlos me aseguró que no todos nos íbamos a una casa, pero tampoco me dijo exactamente qué pasaba. La hora de visita se terminó y nos tuvimos que ir. Esta tarde pienso examinar en detalle los hechos y tratar de llegar a algún arreglo con la muerte. Arreglos finales con la muerte, cuando sepa algo les aviso.