lunes, junio 29, 2015

Universos como instantes

Allí comprendí que era el cumpleaños de Hicham, nunca un francés había sido tan amable conmigo. Todos eran buena onda, pero ninguno había llegado al punto del contacto físico, la palmada en el hombro, el gesto infinitamente buena onda de las tribus indígenas. Hicham era así, seguramente porque vivió varios años en las Antillas y aprendió a equilibrarse en las olas. Su novia, bellísima al extremo de parecerse a Cleopatra, sin decir una sola palabra me sirvió un whisky de 500 años. Luego supe que estaba adulterado, pero en ese momento no importaba. Hicham me contó cosas inexplicables.

A mí me había equipado mi hermano esa tarde, y yo llegaba con una cajetilla de cigarros en el bolsillo de la camisa. Depositaba la cajetilla encima de la mesa antes de empezar a beber el whisky y de las confesiones de Hicham. Se desconfiaba de mí, con justa razón porque yo era un extraño. Un general francés tenía los ojos clavados en mí a la distancia. Pero yo no hacía nada que pudiera delatarme. Mi único punto débil era la cajetilla de cigarros que me había pasado mi hermano. Era obvio que en el interior había porros.

De reojo vi como el general le hacía un gesto a uno de sus subalternos. El subalterno se acercó a nuestra mesa, cogió la cajetilla. Vació el contenido: una docena de cigarros, y entremedio varias 'colas'. Porros que mi hermano no se había terminado de fumar.

Tiempo después, cuando ya las consecuencias del hecho se habían esfumado, yo pensé que lo que debí haber hecho es lo siguiente: decirle al general, cómo aseguraba él que esa cajetilla de cigarros era mía. Cierto, yo la había traído en el bolsillo de mi camisa y la había depositado encima de la mesa. Pero una persona nunca se baña dos veces en el mismo río. La cajetilla que se abrió después y contenía los porros era otra. Ya no era la misma que yo había traído. El tiempo había pasado por encima de ella y la había transformado. Tlön Uqbar, Orbis Tertius.

El argumento es demoledor. La continuidad la pone la mente. En la realidad, el tiempo es una colección de eventos separados entre sí por un abismo. Nada que haya ocurrido antes puede decirse que esté relacionado con lo que pasa ahora. Hay tantos universos como instantes.