viernes, septiembre 22, 2006

Saludos


Creo que está bien como yo lo digo.
Todos somos iguales en esencia. Todo lo que yo digo tú ya lo conoces. Es un espejo en el que se reflejan todos los fuegos.
Pero cuando uno dice algo, el ego trata de que parezca como algo desconocido, especialmente el ego de quien lo escucha. Entonces contraargumenta, de puro temeroso. ¡Como si no fuera algo que él ya tiene en su pecho! Nos da miedo escucharnos.
Por eso se arman discusiones y peleas terribles en este mundo. No tiene sentido. La batalla es con el infinito.
En cambio a veces cuando se comunican los guerreros de la libertad, ellos se van acordando de lo que dice el otro "a medida que lo van hablando". Su diálogo es una puerta a lo desconocido. Creo que sólo en lo desconocido está la libertad. En lo que ya se conoce, y se sabe, no puede haber libertad. Somos esclavos del mundo que nos hemos creado. Nuestro desafío es cambiarlo.
Aquí tenemos al loco del tarot. A punto de sacarse la contumelia, a punto de despeñarse por el peñazco, a punto de dar el famoso "salto al vacío". Y con el perro al lado (me sentí acuario, zodiacal, universitario).

Entonces eso es lo que tenemos que hacer nosotros, ir dando continuos saltos al vacío. En realidad es uno sólo el salto, pero definitivo. Un salto que ya no admite vueltas. Un salto hacia la muerte, por ponerlo de alguna manera. ¡Es que no hay otra manera de ponerlo!
Un guerrero de la libertad no se aferra a nada. Solamente se aferra a su muerte. Así, se convierte en un viajero extravagante. Su paso por el mundo es un temblor en la watita, un sentimiento. Un sentimiento gigante.
Por eso yo ya no digo más quiero ser un guerrero. Quiero ser un viajero extravagante. O en su defecto quiero ser un beatle.
A veces tengo claro cuál es un sentimiento que afecta al ego, y lo descarto. Otras veces no lo tengo tan claro. Es que en los buenos momentos, la distinción es tan intensa. El espíritu se alimenta de los sentimientos cojonudos, que no dan nada por cierto, que fomentan una aventura. El ego en cambio se alimenta de sentimientos tranquilizadores, que nos fijan en esta tierra, que nos endurecen en definitiva. No sé si los alimentos del espíritu nos endurecen el cuerpo, no tengo tiempo de darme cuenta porque es un flujo que arrasa los pensamientos.
Creo que llegado el momento de nuestro adiós, vamos a tener que cada uno, deponer esta conciencia que nos fue otorgada. Ya no va a existir más el ser individual manuel marín, ni perico de los palotes, se va a desintegrar como con un viento. Por lo tanto yo decido deponer esta conciencia desde ya, ahora mismo. ¿Hay algo más cuerdo?
Yo viajo por mundos, muero miles de veces y me paso de realidad en realidad. Si algo no me sirve en el más allá, lo descarto ahora. Y la conciencia cae dentro de ese campo de lo inservible. Tengo que aprender a vivir con lo que es mío de verdad, con lo que es mío para siempre, y con eso nada más.
Por eso que me preocupo también cuando me estoy fijando mucho, cuando me estoy reafirmando, sobre todo cuando ando buscando algo en qué pensar para trascender y convertirme en sentimiento. No hay una fórmula dentro de mi cabeza que yo tenga que buscar. Puramente tengo que olvidarme de mí mismo y a cada instante, no reflexionar, ser nada más un cuchillo que rasga las tinieblas a cada rato.
La muerte es la persona que se busca a sí misma, y que se despoja de su máscara. Eso quiero agregar. El jilguero chileno tiene la obligación de mantenerse en silencio, y no pensar en nada que no sea la libertad, la puerta de la jaula. Yo quiero ser jilguero chileno, también por qué no.
Últimamente estoy muy callado, pero eso es porque estoy escuchándome a mí mismo y a Silvio que me parece que dice las cosas. Cuando pase por todo esto me voy a abrir, y voy a hablar con la gente para escuchar de boca de ellos, las cosas que según yo hay que decir.
Falta mucho para eso. Mi paso consiste en un deambular por las calles, de concreto y por las de mi conciencia. Tengo que sacarme a mí mismo de la penumbra. Tengo que tener un plan de suicidio pero no cortarme las venas ni tomar pastillas, sino seriamente abandonarme y en definitiva asesinar mi conciencia. Sé cómo matarme lo hice en sueños. Acepté ser otro. Acepté ser el doble. ¡Caminé por la casa!
Es extraño, pero de toda esta mezcla sucia, de todo este lamento, sale algo de repente que me ayuda a desprenderme de todo esto. Algo con lo que verdaderamente puedo alimentar a ese apéndice olvidado de mi alma que quiere salir, flotar, ser libre. Y que no se convence de que eso sea posible.
¿Quién sabe de lo que sea capaz en el futuro? Tengo que seguir para adelante, esto nunca se termina, tengo que seguir por esta misma senda, porque he vuelto a ser normal para esto. Para levantarme nuevamente de entre toda la mugre y el descorche. A veces, pienso que es imposible que de toda esta trifulca salga algo. Pero tengo la prueba de que así ocurre a veces, y por eso mismo tengo la esperanza.
No importa si escuchas RBD, mientras sea tu cuerpo energético el que escucha. No necesitas plantas de poder, ácido ni Pink Floyd. Necesitas escuchar de veras.