domingo, julio 08, 2007

Journey to Temuco

Estábamos en una pieza con mi tía sacando cuentas y ella me pasó un papel para que yo lo leyera, se supone que debía decir 1900, pero la verdad es que mi tía, conociéndome, había anotado una cifra más o menos al azar para que yo pusiera en marcha mi gran talento: decir si un número puede ser otro, analizando todas las operaciones matemáticas que conozco. Después entendí mejor y la idea era que yo alcanzara a leer la cifra de cuatro dígitos antes que los números cambiaran y me puse a leer las cifras una por una y eran cuatro, a la tercera iba bien, pero luego mi mente no pudo más y en la cuarta cifra no pude evitar ver aparecer una columna de varios dígitos ahora en el eje vertical. Mi tía había ganado el lance y le devolví el papel, luego le demostré mi segundo gran talento y le mostré que yo podía mirar mis manos, las alcé a la altura de mis ojos y esperé que mi tía reconociera el golpe, pero confundido me puse a contar mis dedos para relacionarlo con el otro caso y conté 11 dedos, luego mi tía dijo que eran 12, yo conté de nuevo y no supe qué decir, y mi tía dijo ya bueno. Enseguida yo le mostré el ombligo para ver si ella me mostraba el suyo, me lo mostró pero yo veía borroso y no supe qué hacer. Puse la guata dura y mi tía inmediatamente lo notó, afirmando algo como "lindo, como pone la guatita dura....". "Es tan débil, pero...", no la dejé terminar, volví a mi casa y acompañé a mi hermano y a su cuñada a la micro (transantiago) porque tenían un carrete adulto joven no sé dónde, me invitaron pero no, enseguida pasó la micro y yo me quedé solo en el paradero que queda al principio de merced, el que está en la empezadita del parque forestal y a mí me cae bien. Me quedé un rato admirando la noche santiaguina, había harta juventud y de repente me encontré con bartolomeo y dos amigas. Iban a otro carrete y un auto amigo los iba a pasar a buscar, me quedé conversando con bartolomeo y sus amigas y de repente un viento arriba en los árboles dejó caer sobre una de ellas como un nido, y quedó parecida a una huasita no sé por qué, yo no me di cuenta de esto, pero ella sí y en vez de sacarse su improvisado sombrero improvisó una actuación de huasita, que a mí me causó mucha gracia y me fui al suelo riéndome, justo en eso los pasan a buscar y se suben al autito que venía por vicuña mackena doblando. Me iban a invitar, yo lo supe, pero estaba en el suelo riéndome y no los coticé, había poco tiempo y yo no necesitaba carretear esa noche así que me miré por dentro para decirles, acaso con mi actitud corporal, que estaba bien solo, y ellos se fueron pero justo los pilló un taco y yo atravesé la calle corriendo de manera súper atlética para que me vieran. Estaba feliz, me puse a atravesar por plaza italia y había caleta de longi armado, incluso había uno con una mano de garfio y asustó con ella a uno de sus amigos pasándosela por la espalda, otro iba con unas esposas. Yo me sentía dichosamente inmaterial, me sentía inmune y me dirigía a mi casa cuando uno de ellos me atrapó y me hizo una llave inmovilizadora por detrás. Seguimos caminando y yo un poco asustado por la situación, pero a salvo gracias a mi inmaterialidad, en eso supe que debía enfrentarme y me di vuelta y el loco se esfumó al ver-notar mi cuerpo todo tenso, pero justo en eso pasó un perro ultrarrabioso a toda velocidad por la alameda y yo decidí enfrentarlo a él igual, el problema era que me faltaba tensión en mis manos y cuando el perro pasó me temblaron de pánico. Apreté las manos entonces y observé al perro, se alejaba de mí corriendo en marcha atrás a toda velocidad y mostrándome sus dientes como de lobo y su baba, yo no tenía miedo y lo insté a que corriera hacia mí. El perro, ni corto ni perezoso, me hizo caso y cuando venía hacia mí yo me puse a mirarlo como de costado y toda su rabia se desvaneció para mí, y lo vi como un pobre animal, sin embargo con rasgos infernales, collar con pinchos, dientes de pitchbull y una rabia ciega, vestimenta roja con azul y al pasar corriendo ya se había olvidado de mí, corrí con él un buen trecho mirándolo y sabiendo que en cualquier momento se iba a convertir en un pobre e indefenso perrito, eso hizo y cayó como en un abismo como de represa. Yo caí con él y aterricé en el medio de la represa, en una estructura interna como de escalinatas de lata que servían seguramente para operar las turbinas. El perro, luego de aterrizar, se había convertido en una pequeña plaqueta de lata también y yo la tiré al agua, salpicó haciendo plosh. Ahora, toda la baba del perro se había traspasado a mi boca, metafóricamente porque era mi propia baba, almacenada a lo largo de la tremenda carrera sin tragar nada. Caía como un cordón hasta el agua de la represa y yo quise escupirla toda e incluso la tironié con mis manos. Luego me di cuenta que era eterna y que más valía no seguir con eso y salir a explorar. Sabía que el perro me había transportado a la chucha del mundo y yo debía de buscar Temuco. Recorrí unas escaleras, enredándome con unos cables como de parlantes y saliendo bien, y salí a la vereda de la represa. Miré a lo lejos y supe que me hallaba en un mundo nuevo. Era una especie de llanura más o menos loca con vegetaciones en movimiento que me causaron un cierto espanto. El día estaba bonito. A lo lejos había unas montañas terribles y yo puro quería ir ahí. Advertí a dos personas repartidas en la llanura y supe que me iban a preguntar, yo caminé y vi cosas increíbles, vi que tenían un río en el cual se bañaban los niños del sector, que eran poquitos y aparecieron de repente, eran muy tiernos sobretodo una niña que apareció de repente junto a mí, ignorándome a medias pero recitando con su vocecita unos poemas infantiles, malísimos. Había caballos grandes y otros como caballitos de mar pero nadando en el aire y con pinta de caballos de tierra. Yo no quería mirar por nada del mundo esas cosas locas. Como el río me limitaba en mi exploración decidí partir para el otro lado y estaban los adultos como celebrando varias peñas entre el follaje, había algunos conocidos por mí y detrás de las peñas, una reja y más allá una pequeña confitura de un sol rojo entre árboles. Decidí que no era mi lugar.