viernes, agosto 18, 2006

Castaneda conoce a Heidegger, Jamoncialis conoce a Carolina Tres Estrellas, Eddie Pistolas conoce a Marianich!

Sí, sé que ustedes quieren saber qué se dijeron.

Bueno pues éste fue un encuentro de lo más particular, en una mesa té club en el mundo de Alicia en el país de las Maravillitz. Todo empezó cuando yo le mandé un mensaje de texto a una amiga que decía "te deseo", y me desperté gritando y angustiado. Menos mal que ella nunca lo recibió, claro que la proyección que yo tengo de ella tiene que haberlo recibido sí o sí porque me ví apretar el botón de mi teléfono nuevo. Qué problema, pero todo desaparece cuando conjugo la unión. Problema sería si no tuviera cómo responder.

Pero entonces la conversación se empieza a poner entretenida. Veamos primero lo de Castaneda y Heidegger que es como lo más engorroso. Qué no se dijeron. Pero al final concordaron en que el tiempo es lo que es: un abanico de posiblidades que se abrió en el presente, y que ya no se cierra más; en él están el pasado y el futuro, y el presente obviamente que los contiene a los dos. Es un abanico de tres puntas. El universo consiste en el presente abriéndose a todas las posibilidades, en cada uno de nosotros. ¿Confuso? No tanto. Entonces el tiempo no transcurre, se abre. No es como la hora, que pasa, es más como el cielo, que está ahí todo el rato y nos acompaña y nos atrae y nos empuja, todo rejuntito.

Después viene lo de Carolina Tres Estrellas con Manuel Marín. Ambos son tan piolas, que no se dijeron tanto, pero se miraron hasta por debajo de la lengua. Se olfatearon, se podría decirse, como los perritos, y Carolina Tres Estrellas se amarró el moñito en la coronilla varias veces. Manulito Marín se tironeaba el pelo, se reía y comentaba ciertas cosas con Heidegger, para pasar más piola. Así estuvieron una horita o dos, como encerrados en la pieza oscura, tomando tecito y parándose a cada rato.

Eddie Pistolas y Marianich, otro tanto. Ella se quedaba quieta y bailaba a intervalos muy irregulares, y Eddie gritaba y se tiraba la cola y se sacudía del pescuezo y se moría. Claro que estaba anfetaminado y ella también quiso anfetaminarse, entonces Eddie le dijo, mejor unos trip, y miró la hora y se fue con su conquista por la puerta del castillo de naipes, a reunirse con su dealer, seguramente.

No le dijo ni chao a Carolina Tres Estrellas y ella se lo quedó mirándolo, y como no la pescara se cagó de la risa junto conmigo. Es que es un plato este Eddie.



FIN