martes, agosto 22, 2006

A ver a Parra ;]

Alguien me dijo algo de verdad. Le bastó una letra para decírmelo.
Caminábamos y me preguntó si yo conocía la vitamina Z. Me dijo que le parecía a veces que su conciencia venía de otro mundo. Le iba a decir que las vitaminas llegaban a mi entender hasta la E pero me dio verguenza. Seguimos caminando sin rumbo fijo.
Yo también buscaba la salida del metro. Los túneles se abrían en todas las direcciones. Unos subían, otros parece que bajaban. De unos provenía una luz intensa y una música, como quejidos gitanos. Entramos.
Una señorita de buena presencia nos ofreció vino en una bandeja. Su sonrisa era ezquisita, esa luz la favorecía y nos favorecía a todos. Creo que en estos sueños he ido aprendiendo lo que es la realidad.
¿A mí?, pregunté. Sí, me dijo con la cabeza. Me acerqué al centro de la tribu y me saqué los zapatos mientras la miraba a los ojos. Sin ella yo no soy nada. Me descubrí zapateando unas cuecas terribles.
El tren pasó tarde. Ya no era preciso abordarlo. Pronto fue urgente abordar y no quise salir a buscarlos al túnel, pero fui. Desde un extremo de la línea, le preguntaba a la oscuridad ¿están ahí?
Cuando el tren vino a toda velocidad, fue preciso despertar.
Ya no estoy más en esa carrera desenfrenada bajo la tierra. Pararon el mundo y me pude bajar, me bajé como pude. Ahora estoy camino a regar las plantas que están encima de la cómoda frente al espejo y sé lo que es la tristeza. Estoy más solo que nunca. Dejé de creer en mis propios sueños. Pero soy el sueño de una estrella.
Trato de fingir demencia pero no me resulta. Estoy más cuerdo que loco. Los demás actores de la obra se sobreactúan, pero yo no. Estoy empezando a formar parte del teatro callejero.
El principito que me dijo la verdad está llorando. Lo veo llorar en la oscuridad. Ahora sé que lo que me decía era el sentido de su existencia. No es más que un pobre niño. Pendejo. Pero lo quiero con toda mi alma, pero me río en su cara de sus lágrimas que caen como meteoritos en la noche, como mosquitos en la red atrapa moscas.
Pelos podrán perderse, pero la vida no se pierde nunca.