sábado, diciembre 01, 2007

en el entendido del tiempo subjetivo cabros

Estaba buscando la calle Alarife Gamboa cuando de repente volví en mí. Por desgracia, yo me estaba bañanado en el sector 4 de reñaka, en una casa de un tío mío pero no exactamente, porque habíamos bajado a la playa y en donde me bañaba era en el mar. Casi diría “océano pacífico”, porque todo lo que veía era una ola gigantesca congelada a pocos centímetros de mi cara. Para más remate, mi único recuerdo era el de la misma ola formándose en lontanaza y una sensación casi placentera en el ombligo. Alarife Gamboa quedaba pasando Santa Isabel, era una acalle chiquitita y allí tenía que llegar yo.

Cuando desperté estaba en la orilla y parecía que me hubiesen pegado con scotch a la arena. El scotch debía ser de marca finlandesa porque yo no podía mover ninguna parte del cráneo y estaba como pegado comiendo arena. Sentí que la arena se internaba varios centímetros adentro de mi garganta y me reí para adentro. Es que era muy ridícula la situación, con mi tío totalmente ausente de la acción, probablemente de vuelta ya en el departamento con mi tía. Una que otra estrella loca me acompañaba en el firmamento, porque yo me veía desde afuera y cachaba que estaba la vía láctea en pleno contemplándome. Tan lindo era eso de las playas, que las estrellas te contemplaban adonde quiera que fueses.

No mejoraba mi situación imaginarme a Pablo Neruda en las rocas de isla negra culiándose a la tal Matilde creo que se llamaba. Estaba con algún daño físico o mental, o tal vez mi energía se había descargado en algún profundo planeta de sueños al cual no volvería jamás. A lo mejor me arrimaba de nuevo en el instante fatal y entonces lo recordaba todo, lo bonito era que mi presente instante, de molimiento compunguoso en la arena, no era, hermanos míos. No era el fatal. Agarré mi dedo de la mano izquierda y escribí unas frases en la arena, sin mirarlas. Escribí la palabra perdón, sabiendo que era sarcástico.

La moraleja de esta historia es compleja y simple a la vez, lo cual la vuelve más compleja sin querer queriendo. El caso es que como estuve varios meses, en el entendido del tiempo subjetivo, mirando unos minúsculos granos de arena, entre dos playas atiborradas de gente en el vacío sector 4, y dándole a esos granos la categoría de planeta nuevo porque simplemente no me quedaba otra, aprendí algo. En un comentario se los revelo la próxima porque ahora empieza mi mudanza. Un comentario en este mismo Post.