viernes, octubre 24, 2008

ysie

Les voy a contar una historia. Yo una vez me fui a cuando era chico. Habíamos ido con pifi a hacer narco-turismo a amsterdam. Cuando estábamos en hongos nos fumamos un porrito, un ‘amnesia dreams’ y de repente me empezó a pasar una weá muy rara. Cuando íbamos de vuelta para la casa por las calles amsterdonianas, pifi me pareció de 10 años, cuando en realidad tenía como 20. Ttodos sus movimientos, y hasta su forma de caminar eran las de un niño. Me sorprendí haciendo los juegos que yo hacía con los pies cuando caminaba de vuelta a mi casa, en temuco, del colegio en los comienzos de los 90. Estaba completamente vuelto a lo que había sido en esa época. Todas mis reacciones corporales eran las de un niño, las del niño que fui en segundo tercero básico. El cielo se había vuelto rojo.
Desde entonces supe que la vida es más que un fluir lineal, y es una colección de instantes y actitudes a las que uno puede volver, si tiene la magia necesaria. Nada de lo que hacíamos era fruto de la presión externa, sino que todo podía ser gatillado de adentro. En esa tarde descubrí que nosotros somos el mundo, y no que el mundo sea una estructura aparte que está ahí. Supe que nosotros creábamos las percepciones en el interior de nuestro seno, y no que nacían afuera de la nada.

La cola del gusano luminoso viene de la frontera, el intento está afuera del webo luminoso.