lunes, febrero 23, 2009

nuevas reflexionas tarotistiques un peu apresuradas

ya habrán otras oportunidades
de que madure el litre




La relación de Jodorowski en el tarot de marseille

Jodorowsky lo ve como un viaje, como el viaje de una sola persona a través de las distintas edades espirituales. el orden de los arcanos determina el hecho de que "el loco va al mundo a encontrarse con el mundo". Para lograr esta tarea -el tarot cuenta una historia. La historia del loco que fue mago, que fue papisa, que luego fue emperatriz, papa, emperador, etc, etc, que se bañó bajo las estrellas y que -de algún modo- fue la luna, el sol, y al final fue el mundo. cuando fue el mundo ya no siguió mutando, pero hasta ser el mundo no fue nada fijo de manera que es verdad nuestro supuesto anterior, de los primeros posteos de este blog, que los guerreros hacen lo que quieren y todo menos estancarse. me pasa por encima una gran felicidad mientras escribo estas frases, felicidad que les deseo a ustedes que las leen, porque es linda. a continuación se podría contar o componer la historia más linda jamás contada, la historia basada en las distintas láminas del tarot, como si fueran storieboards.

sin embargo, es preciso considerar otro supuesto excepcional: la vida en la tierra no es un continuo, sino que salta por múltiples espacios, por aquí y por allá, donc un segundo podemos estar en timbuctú, presenciando un desastre y al siguiente podemos estar viendo a un clavadista caer a gran velocidad en acapulco, sin problemas. El sorteo del tarot -a savoir, sacar la carta de la baraja- te dice vraiment qué momento del desarrollo espiritual es en el que estás. Te habla de tu presente, como dice alexandro, mi fiel charlatán.


"
Dejó sus cosas como estaban y se fue con su mochilita chica. El perro lo abandonó a las pocas cuadras para morderle la rueda a un ciclista que lanzó el diario sobre la cabeza de un vecino que salía a respirar el aire puro y fresco de esa mañana de domingo -o tal vez era lunes o martes. Iba con una sonrisa en la boca, olvidando poco a poco ese secreto que mantenía de las horas de la mañana del día antes.

La siguiente vez que abrió los ojos había amontonado una serie de objetos sorprendentes que estaban dispuestos encima de la mesa. Lo rodeaban las llanuras. Algo en sus manos ensamblaba los objetos extraordinarios de tal forma que daban origen a cosas extraordinarias, naves espaciales o lentes para ver en una realidad poco establecida. Pero pronto debería recoger la mesa e irse, porque anochecía -ya lo sabía.

Apartó los ojos como de un libro apasionante. Sus personajes y sus episodios asombrosos ya no le eran suficientes. Creyó descubrir una luz en la lejanía.

Todo fue como en un sueño. Sujetaba un escudo y un báculo y miraba por la ventanilla. Se fue a posar en la entrada de la cabaña, de cara a la callecita y haciendo girar sus llaves en su dedo índice mientras silbaba una cumbia y un tango y una bachata. El aire de la mañana no le sorprendía en lo más mínimo, el mundo era suyo al fin salvo por el hecho de que una batahola de palabras empezó a salir de su boca en el medio de la plaza pública. Las palomas escuchaban anonadadas, unas emprendían el pesado vuelo otras picoteaban las punzadas nueces, como alfombras de hilo persa. Hablaba de cosas maravillosas, y todas eran ciertas.

Su monserga era tan interesante que se terminó enamorando de una chiquilla que lo escuchó atentamente con sus ojitos grandes. Era feliz, a cada rato se detenía en las esquinas a conversar con la gente de una serie de cosillas que no podía creer estar diciéndolas en ese instantillo, con esa algarabía.

Esa tarde noche salió a recorrer los lugares de la aventura nocturna, armado hasta los dientes de una peluca incandescente. Recorrió lugares y dijo chistes breves en una mesa llena de sargentos.

Pero la alegría enrojecida le pasó la cuenta a la mañana siguiente donde se dijo que aquello no era lo suficiente. Su vida era una ilusión y todo el tiempo lo sabía. Se fue a buscar al sótano unos cuadernos antiguos, de frases que había recordado justo antes, de milagros encontrados. Iba iluminado de una lamparita, acaso seguro de tal vez hallarlos. En otra realidad a la suya, trepaban las arañitas.

Una cáscara de banana resbaló justo en un rayo que cayó sobre la ventana de alguien que se ganaba la lotería en verano. Maravillosamente había desarrollado la habilidad de abrir puertas con la mano, y quién sería capaz de pararlo. Se colgó boca arriba de una viga del techo y así permaneció 3 días a puro pan y agua. Era feliz columpiándose, abandonado como estaba a los caprichos del viento. Tarde o temprano repetiría esa hazaña.

Cuando se descolgó agarró la escoba y el vim con amionacloro y repasó todos los cuadros, encontrando las primeras rayas de pintura en la tela y luego borrándolas. Luego quemó las telas vacías y más tarde quemó las cenizas. Rasgó vestiduras y pisó las flores del parque porque quería llegar a un árbolo. Perdió a propósito su libreta de direcciones y números de teléfono, y se le quedó el celular en el asiento del bus. Llamó a un tal Jorge en la compañía para bloquear su línea y finalmente regó las plantitas.

Se había vuelto loca. Se puso a mezclar bebidas de fantasía, fanta con bilz y néctar. Estaba en directa conexión con sus antepasados, se disfrazó de mujer y viceversa.

Por suerte la casa explotó con un dragón y tuvo que salir cascando por la ventana. En la caída pensaba en cosas nuevas.

Su primer ácido o droga por el estilo lo pasó charlando con los peces de un modo peculiar. El cielo no paraba de brillar, cosa era que daba gusto! En determinado momento tuvo la sensación de desaparecer del todo contemplando la luna. Ella estaba ahí sin necesidad de él existir. Simplemente.

El cielo brillaba a más no poder.

Y las estrellas saltaban.

Al otro día tuvo la sensación de aparecer entre las montañas alumbrando a unas chicas que tomaban sol. No le interesaba nada, pero de todas formas estaba ahí cumpliendo su función. Era el único que podía hacerlo.

También él era el único que podía soplar esa trutruca para que se volaran los techos de todas las casas. Estaba caminando desnudo-desnuda por entre la gente y todos le devolvían una sonrisa, para luego seguir marchando hacia sus respectivos asuntos. El sistema funcionaba, qué bonito país!

"

Yo soy todo. Cuando el loco llega al mundo se va nuevamente.