miércoles, julio 22, 2009

Genève

Resulta de que fui de vacaciones a ver a Lea a Ginebra. Yo dormía en una camita chica en la misma pieza que Lea, pero el mono seguramente dormía con ella en su cama de dos plazas cuando él estaba. El caso es que en la noche me empezaron a dar ganas de ir al baño y como estaba soñando tan entretenido se me ocurrió acordarme de una parte en donde ya sabía que había baño en mi sueño, entonces fatigué unos pasillos y abrí una puerta y ahí estaba, el baño más espectacular en que he estado, como de avión y toda esa onda. Con una puerta con pestillo como de seguridad, o sea más que pestillo tenía toda esa barra horizontal que se apreta que tienen las puertas de emergencia, y yo ahí con un tremendo mojón en la raja (esta parte no me enorgullece) para más remate a punto de despertar.

Aquí hago un punto aparte para comentar que cuando uno sueña con que caga o con que mea siempre tiene la impresión de que se está cagando o meando en la cama (según sea el caso) y en ese caso yo me sentía responsable o mejor dicho acaso con el poder de cambiar las cosas. Si me estaba cagando en la cama de Lea (no exactamente la de ella pero la más chiquitita que estaba en la misma pieza y casa) “eso” definitivamente no era deseable porque era la casa de su mamá y de su papá e iba a ser un gran fiasco que el invitado se cagara en las sábanas justo el mismo día en que había llegado de París (yo traía una reputación que cuidar).

Por lo tanto me puse a mirar los decorados del baño para no despertar, mientras el mojón seguía atorado en mi trasero sin querer salir. Vi los colores y las formas mas kitsh y a la vez extravagantes que se han formado en los baños de los sueños. El empapelado asemejaba formas vegetales que se enrollaban como fractales en constante movimiento. Tuve la sensación de haber sido teletransportado a la hierba en donde ahora ocurría el proceso digamos al aire libre, como en una zanja en las afueras de la ciudad, adonde a mí se me había ocurrido la genial idea de ir a cagar…