domingo, marzo 18, 2007

La mujer nahual

Tengo que contar una historia que tal vez les sirva de algo. Cierta vez estábamos en la casa de mi tía Toni en Temuco, estaba reunido el team brujo. Lo divertido era que estaban todos con corbatas, algunos más chicos que otros, pero debe ser divertido andar con corbata en un ambiente como de sueños, y mirarse el pecho y ver una corbata deslizándose, era algo lindo.
Bueno la mujer que aquí llamaremos la mujer nahual salió de uno de los baños, y con su mirada de equipatía me dijo ¿vamos? Nos fuimos por un caminito en redondo y yo no me pude resistir y la abracé. Ella me abrazó también y después salimos.
Al salir nos encontramos en las escaleras que suben como hacia un campanario. Bueno resulta que en un tramo de esta escalinata se ven las planchas de zinc del techo del primer piso, yo les digo calaminas, de un color gris hipnotizante, a través de un gran ventanal. Para más remate en esa oportunidad justo estaba lloviendo. Las gotas rebotaban contra las calaminas y era una visión hipnotizante, reitero, y hermosa.
La mujer nahual me dijo que aquella visión era en realidad el operar de un ser inorgánico, de una presencia más bien dijo, que justito en ese momento nos estaba alumbrando. Me preguntó si de verdad yo la estaba sintiendo, y si también la había sentido alguna vez antes en el transcurso de mis sueños. Yo no supe qué contestar, pero si había algo que sabía en ese momento era que no tenía miedo.
La mujer nahual me confesó “es terrible”, y yo no sé cómo me di el ánimo para darle ánimo a ella, y le dije poco menos que yo podía volar por el infinito y que podíamos después volar así, y ella me dijo que yo era soberbio y que ella por su parte prefería la libertad completa.
Me dio un golpe que me hizo salir disparado en dirección al este, al oeste, al norte y al sur, y vi como unas figuritas medias abstractas de mí y de la mujer nahual como bailando, en medio de un océano de formas, y después una sensación recorrió todo mi cuerpo desde el centro hacia las puntas y yo pensé que me iba a triturar los brazos, pero igual me entregué con confianza porque era tan bacán, y desperté en una pieza de la cual no tengo recuerdo. Sentía mi cuerpo como nuevito.
Mi cama estaba a ras de suelo y yo estaba sueltecito, despertando de la mejor siesta en la tarde. Una mujercita bacán que parecía la gringa pasó por al lado de mi cama y me saludó con una sonrisa bonita. Después llegaron unos que parecían los hermanos Díaz a darme como la bienvenida y después busqué mi cuerpo que estaba en Santiago y me desperté aquí.
Eran como las 2 AM y fui a comprar leche y chocolate a la Shell de la esquina y después me senté en el pasto a pensar.