martes, agosto 26, 2008

fakin aifon

Yo soy el hermano chico de nils bustamante y me pusieron parque. Gracias a eso, cuando lleno una forma pongo mi nombre y en la dirección pongo ídem. A todo esto, ayer en el supermercado presencié el siguiente diálogo:

Club líder, tiene?
Sí: cinco… cuatro-dos-cuatro… estoy joven, raya uno.

Electroma (que es futurama en inglés) resultó ser una excelente pilícula (que todavía no termina) y una excelente píldora para la hora de dormir: se trata de un trata-miento de 7 tabletas en youtube.

Amanezco con el notebook en la zona de la pelvis, con la pantalla naranja y con toda la sensación de un eyasculador nocturno. Yo también veo películas en el sanfic.

Yo no sé qué ha pasado en el cine últimaménte pero están saliendo pilículas bacanes. El otro día vi esa cuestión de historias extraodinarias historias extraordinarias y la encontré extraordinaria. Claro que mi opinión no vale nada.

En resumen la pilícula se trata de varias cosas. Pero lo que encontré más pulento y que me vaciló durante toda la pilícula, fue la cuestión del narrador. Me daba una sensación muy estúpida, entre cine arte y resabios oníricos. Ahí no sé qué dije.

En resumen, retrocedan en el tiempo y vayan a verla a esa cuestión del sanfic. Al principio habla el director en vivo y en directo, claro que por micrófono, y se manda unas tallas, es como un fabrizio copano extra.

En la pilícula tú te puedes ir haciendo amigo del resto de los comensales porque dura más que asado al palo y tiene dos intermedios. En los intermedios te haces los amigos. Los mejores amigos de tu vida. Quién sae.

Y la pilícula es la zoooooo…oorra. El narrador espía te dice las mismas cosas que te dice tu observador interno en un carrete a altas horas: “mira como mira ese gil a la otra… ella es bien tímida… ella es una chica un poco bien callada”. Etcétera. Te cuenta la pilícula, pero al mismo tiempo al que tú la estai viendo.

Lo que encontré juedte es que tu no tengái que pensar ni una huá. El narrador te dice cómo te tienes que tomar cada situación. Es como una fakin voz interna que se mete adentro de tu cerebelo y te dice piensa así, ponte así, etecétera etecétera. Te hace toda la pega. Quizás por eso aguantái los chorrocientos minutos de pilícula.

Al final la pilícula entra en una burla de sí misma. No podía ser de otra manera, el director era demasiado lícido. Los lícidos son una raza que se pega como rémora a las cosas. Pero el director era lúcido, no lícido. O sea el boludo hizo una película de 4 horas para jugar con el hastío. Lo malo: uno se caga de frío viendo esta película, no está todavía bien claro si es por la película o por la sala o por la fakin hora o el fakin invierno pelotillehuense. Tamos. Le doy un 7.