martes, noviembre 18, 2008

521. Santa Mónica

Don Juan había marcado la diferencia explícita entre los antiguos y los nuevos videntes, señalando que los nuevos se revelaron contra los antiguos, y que los antiguos eran los que, contrario al hacer del hombre normal, habían experimentado con drogas con sueños y con prácticas ritualísticas hasta hacerse dueños de una nueva conciencia, totalmente aparte y distinta a la del hombre natural, en el fondo una nueva realidad, una segunda oportunidad de existir....pero realidad al fin. Los nuevos videntes se revelaban en cambio también contra esa nueva realidad, y la consideraban tan absurda como la realidad normal del hombre cotidiano. Escapando de ambos influjos, llegaron finalmente a la quintaescencia del ser, o del no ser, que consistía básicamente en no-ser ni una ni otra cosa. Don Juan lo llamaba libertad, o algo por el estilo, y daba pistas claras de que a eso había que finalmente acercarse. Incluso decía: para llegar a la libertad uno tiene que contrastar 2 visiones, y la única otra visión que yo conozco es la del brujo. Por lo tanto un hombre moderno, después de salirse de los cánones sociales, y habiendo entrado en la descripción chamánica del mundo, en la cual podía acceder a espacios reales de la conciencia más allá del mundo cotidiano, codeándose con lo que antiguamente hubiera considerado locura, tenía que salirse también de eso y podía entrar en una categoría totalmente nueva: el nuevo vidente.