así como el inconciente es realmente inconciente, lo desconocido es realmente desconocido. No se puede anticipar nada de él.
El obsesivo manejo de lo conocido fue lo que convirtió al hombre común en pinche tirano. El guerrero, en cambio, se prepara para su próximo encuentro con lo desconocido. En este sentido el guerrero no puede bajar la guardia, y aunque esté teniendo un mal día y algo parezca estar consumiéndole todas las fuerzas, tiene que guardar energía para el encuentro con lo desconocido. Así es como un guerrero no baja la cabeza ante nada.
La vida de un guerrero para adelante puede parecer no tan gloriosa, pero al menos tiene un acto glorioso que cumplir: morir. Todo hombre es un héroe por el sencillo hecho de morir. El hecho de que vaya a morir es motivo de que se ilumine la vida de un guerrero. En cambio, el hombre común ve este hecho con espanto.
La muerte es lo desconocido por excelencia.
El obsesivo manejo de lo conocido fue lo que convirtió al hombre común en pinche tirano. El guerrero, en cambio, se prepara para su próximo encuentro con lo desconocido. En este sentido el guerrero no puede bajar la guardia, y aunque esté teniendo un mal día y algo parezca estar consumiéndole todas las fuerzas, tiene que guardar energía para el encuentro con lo desconocido. Así es como un guerrero no baja la cabeza ante nada.
La vida de un guerrero para adelante puede parecer no tan gloriosa, pero al menos tiene un acto glorioso que cumplir: morir. Todo hombre es un héroe por el sencillo hecho de morir. El hecho de que vaya a morir es motivo de que se ilumine la vida de un guerrero. En cambio, el hombre común ve este hecho con espanto.
La muerte es lo desconocido por excelencia.