lunes, mayo 28, 2012

así es la cosa

el asunto es tan sencillo: yo me creo tan bacán porque voy a India todos los años a trabajar, y la verdad es que me explotan, soy un esclavo, ese orden de cosas. No voy a hacer grandes obras humanitarias sino a preparar la mesa para que grandes viejos guatones se llenen la panza. Y no de comida precisamente.

Y me retan, por ejemplo porque no llego con la bandeja y retiro los platos de a uno, los empilo como puedo y me los trato de llevar a la cocina. Llego a la cocina y me encuentro con dos colegas mozos que están de acuerdo conmigo en que algún día debiéramos ponernos firmes. O no tan firmes, pero sí hermanarnos entre los mozos porque no nos queda otra, no nos podemos rebelar contra los patrones; nos queda aprovechar los días libres para juntarnos, hacer cosas choras, disfrutar la vida, que le llaman. Pero esos dos mozos que están ahí ayer se mandaron la media partuza y yo ni me enteré, a pesar de que yo también tenía el día libre y estaba en la mía. Ellos se fueron a la costa y se emborracharon terminando en un puente. Suena interesante lo que hicieron. A mí me acaba de increpar o de dejar en ridículo uno de los viejos bonachones al cual no pude decirle nada no tanto por respeto sino porque no se me ocurrió qué decirle, no soy muy hábil con las palabras y con los dimes y diretes.

Pero en la vida real me los haría pedazos a todos, y me refiero a que me los culearía y me los recularía por detrás. Como Felipe Avello: no tanto por placer, sino por demostrarles quién soy y quién es el que manda.