Hoy me desperté y lo primero que hice fue pensar en la metempsicosis. Recordé que en la noche -al principio de la noche- había tenido sueños lúcidos. Estaba en mi habitación, en donde a la vez había otra persona, una muchacha. La muchacha decía en francés los títulos de algunas cosas, describiendo algo que ocurría en ese instante en otras dimensiones del sueño. Yo me debatía entre atender a lo que ella decía o simplemente ignorarla. Cuando atendía, y verdaderamente me empeñaba en discernir sus palabras, la sensación que invadía todo mi cuerpo era fenomenal. Luego dejaba de atenderla, convencido de que era mejor pensar en la metempsicosis, para alcanzar un mayor grado de felicidad. ¡Y yo pensaba en la metempsicosis en medio del sueño!
El día transcurrió sin mayores sobresaltos. Estuve en la oficina escribiendo el guión de Hollywood, trabajando un poco y escuchando unos discos viejos de Mr Bungle en youtube. También leí los Detectives Salvajes. En un momento, creo que cuando volví del almuerzo, pensé que los Detectives Salvajes estaba mejor escrito que Rayuela. Luego me senté en mi silla y ya pensaba que esas comparaciones eran odiosas.
En el almuerzo Philippe me preguntó si yo había estado en Cartagena. Nuevamente pensó que yo era colombiano. Le dije que no. El habló de fallas geológicas y yo hablé un poco del terremoto en Chile. En fin, luego hablamos de otras cosas o simplemente permanecimos en silencio.
Antes de partir al ensayo de la obra de teatro me llamó Fabien (a quien en el teléfono yo tengo como Julien, me equivoqué al guardarlo) para pedirme que le dijera a Sabrina (la directora, como él la llamó) que él iba a llegar atrasado. Porque tenía que pasar a la farmacia y luego ¡dormir! un poco antes de ir. Me pareció raro que Fabien me llamara a mí, y no a Juliette, que es su amiga. Supuse que no quería hablar con ella, que pasaba algo.
Camino al ensayo una chica se me figuró parecida a Juliette, pero era Louisa, la muchacha de Madagascar. Me vió y me sonrió, ella siempre sonríe y su sonrisa es magnífica. Llevaba unos libros de estadística. Nos fuimos caminando desde la biblioteca hasta la puerta de la universidad y allí nos despedimos.
En el ensayo comprobé una vez más que me gusta Juliette, o que algo opera en mí cuando ella llega. Me cohíbo. Es demasiado bella, me gusta su persona. Tenía algo en el pelo, que a mí me pareció un mechón de otro color y quise acercarme a comprobarlo. Ella me abrazó y comenzó a bailar conmigo al ritmo de la música flamenca. Yo no le seguí el juego y ella se rió de mí con Sabrina. Al final me fui antes porque tenía que juntarme con Guillaume para ir a jugar a la pelota. Cuando volví, bien tarde en la noche, vi que tenía una llamada perdida de Juliette y un mensaje de voz. Escuché el mensaje. Juliette me había llamado para que comiéramos a eso de las ocho y media. El mensaje era bien dulce. He aquí mis cavilaciones al respecto: Juliette no sabe que yo fui a jugar a la pelota simplemente; probablemente quiso averiguar en qué estaba yo. Su voz en el mensaje sonaba casi triste, como si me estuviera perdiendo (esto es lo que quiero creer yo).
No es tan grave si me ilusiono y si después sufro como otras veces, esta vida es sólo una más de la sucesión infinita de vidas por las que tengo que pasar antes del final.
En el campeonatillo que jugamos yo metí un gol en el primer partido. En el segundo me perdí entre los defensores rivales. En el tercero jugué atrás y fui un patrón. En el cuarto jugué atrás también, pero me dejaron solo y no pude hacer gran cosa.
Ya sé que no tengo remedio y que mañana voy a escuchar de nuevo el mensaje de Juliette.
El día transcurrió sin mayores sobresaltos. Estuve en la oficina escribiendo el guión de Hollywood, trabajando un poco y escuchando unos discos viejos de Mr Bungle en youtube. También leí los Detectives Salvajes. En un momento, creo que cuando volví del almuerzo, pensé que los Detectives Salvajes estaba mejor escrito que Rayuela. Luego me senté en mi silla y ya pensaba que esas comparaciones eran odiosas.
En el almuerzo Philippe me preguntó si yo había estado en Cartagena. Nuevamente pensó que yo era colombiano. Le dije que no. El habló de fallas geológicas y yo hablé un poco del terremoto en Chile. En fin, luego hablamos de otras cosas o simplemente permanecimos en silencio.
Antes de partir al ensayo de la obra de teatro me llamó Fabien (a quien en el teléfono yo tengo como Julien, me equivoqué al guardarlo) para pedirme que le dijera a Sabrina (la directora, como él la llamó) que él iba a llegar atrasado. Porque tenía que pasar a la farmacia y luego ¡dormir! un poco antes de ir. Me pareció raro que Fabien me llamara a mí, y no a Juliette, que es su amiga. Supuse que no quería hablar con ella, que pasaba algo.
Camino al ensayo una chica se me figuró parecida a Juliette, pero era Louisa, la muchacha de Madagascar. Me vió y me sonrió, ella siempre sonríe y su sonrisa es magnífica. Llevaba unos libros de estadística. Nos fuimos caminando desde la biblioteca hasta la puerta de la universidad y allí nos despedimos.
En el ensayo comprobé una vez más que me gusta Juliette, o que algo opera en mí cuando ella llega. Me cohíbo. Es demasiado bella, me gusta su persona. Tenía algo en el pelo, que a mí me pareció un mechón de otro color y quise acercarme a comprobarlo. Ella me abrazó y comenzó a bailar conmigo al ritmo de la música flamenca. Yo no le seguí el juego y ella se rió de mí con Sabrina. Al final me fui antes porque tenía que juntarme con Guillaume para ir a jugar a la pelota. Cuando volví, bien tarde en la noche, vi que tenía una llamada perdida de Juliette y un mensaje de voz. Escuché el mensaje. Juliette me había llamado para que comiéramos a eso de las ocho y media. El mensaje era bien dulce. He aquí mis cavilaciones al respecto: Juliette no sabe que yo fui a jugar a la pelota simplemente; probablemente quiso averiguar en qué estaba yo. Su voz en el mensaje sonaba casi triste, como si me estuviera perdiendo (esto es lo que quiero creer yo).
No es tan grave si me ilusiono y si después sufro como otras veces, esta vida es sólo una más de la sucesión infinita de vidas por las que tengo que pasar antes del final.
En el campeonatillo que jugamos yo metí un gol en el primer partido. En el segundo me perdí entre los defensores rivales. En el tercero jugué atrás y fui un patrón. En el cuarto jugué atrás también, pero me dejaron solo y no pude hacer gran cosa.
Ya sé que no tengo remedio y que mañana voy a escuchar de nuevo el mensaje de Juliette.