jueves, diciembre 18, 2008

para seguir con la historia del lagarto, les cuento que anoche fui a comprarme zapatillas a lo alto de un cerro abandonado y vi las tillas más bacanes. Eran rojas con azul pero la forma era lo despampanante, tenían forma de pie aerodinámico hasta la muerte. Pronto comprendí que aquél lugar era el infierno o algo por el estilo. Más que el problema de que no hubiese en mi número, era el radical cambio de estilo respecto a mis actuales tillas lo que me estaba disuadiendo de adquirirlas. Después fui a otro sector de la tienda y cuando volví al pasillo del calzado (el local de ropa estaba organizado a la manera de un supermercado) habían actualizado la gamma de modelos y encontré las mismas en un color blanquito o crema. Era la zapatilla más pulenta de todos los tiempos y estaba barata, a alrededor de 10 lucas. Me la probé y entendí por qué era la zapatilla más bacán de los tiempos. Desaparecían debajo de mi buzo y no me las podía ver bien. Cuando fui a la caja a pagarlas ocurrió algo extraordinario en mí, decidí que me las hiba a llevar puestas y tomé la caja (con las viejas) y me fuí. Noté que pese a que estaban nuevas ya se habían despegado un poco en la punta y eso me llenó de aprensión y dudas. Cuando llegué donde mis amigos yo ya estaba de algún modo ahí.