sábado, enero 16, 2010

asi fue

No quiero que se me vaya esto de sentirme como a punto de cambiar. Los cambios no son definitivos, inevitablemente después se vuelve al punto de partida. Yo no creo que alguna vez vaya a encontrar la clave para no sentirme presionado, no sentirme en una posición difícil ante la vida, creo que si la encontrara perdería todo lo lindo. Creo que lo impagable es cuando actuamos como si no nos importara algo que nos hace trizas el corazón por dentro, creo que eso es lo lindo. Cuando nos vamos de cara contra uno de los fantasmas.



mi experiencia de hongos fue así: con pifi estábamos en un parque de amsterdam al lado de un árbol y nos tomábamos cada uno su mitad. Se masticaba como cualquier hongo. Al cabo de una media hora pifi tenia una pelota chica como de tenis y la tiraba para arriba y yo vi una estela salir de la pelota. Ahí yo decidí comerme mi otra mitad y pifi me felicitaba. Todo el rato mientras esperábamos los efectos que aún no eran drásticos vacilábamos con el manual de la experiencia psicodélica que estaba en internet y decíamos “de acuerdo al manual, blablabla…”. Después nos pusimos a caminar por el parque rumbo y avanzamos por esos caminos de piedra conversando muy a gusto, hablando con comodidad como por primera vez en la vida. Luego volvimos a la pieza y pifi se tomó la otra mitad de su parte. Luego vomitó pero no fue nada grave, aunque el sonido que hacía su cuerpo era o parecía estruendoso. Finalmente pifi se tiró en su cama y yo salí a una especie de terracilla, había empezado la locura, no lográbamos comunicarnos, cada uno seguía su propio razonamiento. Era muy divertido, yo podría acordarme de alguna frase o intercambio ridículo pero fue hace mucho tiempo. Afuera yo tenía una botella de agua y me sentí verdaderamente lúcido y visionario por unos segundos y desprovisto de mi yo. Celebré bañándome con el agua de la cantimplora, luego salimos. Antes de salir nos tomamos una foto y hablamos algo filosófico pero todavía en desacuerdo total, los caminos no se juntaban. O cada uno respetaba demasiado su propia idea. Salimos a la calle provistos nada más que de agua. No sé cuánto tiempo había pasado ya. Yo perdía el agua tirándola encima de los autos o hacia las palomas, era la locura que se manifestaba muy en desacuerdo con mi personalidad normal. Entramos a un coffee shop y compramos unos porros llamados amnesia dreams, como el nombre del café. Yo estaba confiado con la gente como nunca lo estaba diariamente. Nos pusimos a jugar en un tablero de ajedrez de piedra y a fumar el caño. Al frente de nosotros había un espejo. Los efectos del caño empezaron a aparecer y de pronto toda la felicidad que estaba sintiendo se empezó a derrumbar. Decidí dejar la marihuana. La mala onda empezó y no paró más, un solo pensamiento se replicó y se replicó hasta funar todo. Me veía en el espejo y me sentía como el de siempre, como el antiguo y no el héroe que había llegado a ser gracias a los hongos. Le dije a pifi que me quería ir y para él eso fue completamente inesperado. Empezamos a caminar. Pifi me hablaba y yo veía en él a un Pifi antiguo, al Pifi de 10 años, no al Pifi de 20 años que tenía entonces. Todo estaba como de vuelta en esa época, mis gestos, mis pensamientos, era como haber retrocido en el tiempo y haber vuelto a ser el pendejo de 10 12 años. Al salir del coffee shop había visto el cielo rojo en lugar de azul. Llegamos a una calle grande que yo no reconocí, no tenía ninguna capacidad de ubicarme. No podía haber recordado el camino de vuelta a nuestra pieza, estaba en ese mundo por primera vez. Llegamos gracias a Pifi. Yo no podía haber hecho otra cosa que acostarme, pifi quería salir y salió solo. Al acostarme sentía que todos mis gestos eran los gestos que tenía de niño, la forma de entrar en la cama y de taparme. Me esforcé en dormir y pensaba de una manera distinta. Tenía sed pero no podía pensar en la palabra sed, pensaba en una masa azulosa que al fin pude identificar con la palabra agua.