viernes, junio 15, 2007

Mabel

Ayer hicimos yoga en el salón del segundo piso. Se escuchaban las campanillas de la puerta del primer piso. Al final de la clase, hice el ridículo porque me puse a hablar de las lámparas del techo. En realidad, yo no quería hablar de las lámparas del techo, pero la Mabel se puso a hablar y yo caí como en su trampa. Después la Mabel nos ofreció muebles y yo le dije que me trajera 2 sillones grandes, y parece que ella no entendió la talla. Pero es rara: más rato le ofrecimos pizza, y ella como que se fue llorando o haciendo como que lloraba. Lo que pasa es que no la conozco.

Pero pese a ello el otro día tuve el sueño más espectacular con ella. Yo había paseado mucho rato en sueños moviendo mi pura mirada. Después, aparecí en una pieza contigo y como que íbamos a mirar una película. La película era muy extraña: de repente la cámara enfocaba hacia un parte como el techo, mientras la acción quedaba fuera de foco y sólo se revelaba por el sonido. Yo traté de memorizar algunos detalles para hacer la película en la vida real, porque había cosas muy revolucionarias respecto a la forma tradicional de hacer cine. La cámara se movía de una forma ridícula. Yo estaba seguro que obedecía como a los caprichos de un espectador muy loco y lujurioso. Por ejemplo, en una la cámara se enfocaba en tí. Empezabas a hablar. Hablabas cosas muy chistosas, como si no te importara nada acerca de tí misma, igual un poco que la tú de la vida real. Primero decías un par de palabras muy impresionantes que yo luché por memorizar, y en un momento estaba seguro de que lo había logrado, y todavía creo que si hubiera despertado justo después hubiera podido anotarlas y no hubieran sido tan buenas a la larga, pero seguí soñando muchas más horas. Yo creo que un sueño de dos horas cabe en una fracción de segundo de la tierra, pero en fin.

La cosa es que Mabel dijo dos cosas y luego la cámara se movió un poco de manera muy revolucionara para lo que es el cine tradicional. Decías cosas como que hacías hamburguesas y que tus hamburguesas eran como desarmadas; te ponías a describir tus hamburguesas como con mucho humor y detalles. Además, estabas cubierta de joyas muy especiales, un collar que daba muchas vueltas y que pasaba por encima de tus pechos. De repente la cámara se enfocaba en estas joyas y se empezaba a acercar a tu cuerpo, tomando el collar y luego como en un plano rasante por tus pechos hacia tu cara, como si tu cuerpo fuera la Tierra. Y la cámara avanzaba y llegaba a tu cara y a tu sonrisa, y se te veía tu lunar y tu chasquilla y toda tu onda como media china.