lunes, julio 21, 2008

El tonal hermanos

La razón es sólo un gajo de la naranja y nosotros creemos injustamente que lo es todo. Cuando nos cambiamos de frecuencia los parlamentos de la razón resuenan vacíos. Son gotas de lluvia que caen sobre el techo, es decir no mojan, pero se escuchan. Logran captar nuestra atención pero lo que dicen no nos afecta para nada. Abajo en la casa el clima es grato y casi gutural, como de alfombra. Con chimenea prendida y con gato de pelaje asombroso, caucásico o blanco. Es bella la vida al margen de la razón, en la irracionalidad digamos. Las cosas imposibles ya no lo parecen tanto, ahora son sólo una voz.
Pero para desoír la razón se necesita un propósito fundamental, y se necesita que la razón sea enemiga de ese propósito y así declararle la guerra. Ataques sistemáticos a la razón, últimos arreglos con la muerte -esta última frase no tiene mucho que ver pero tenía que anotarla de hace tiempo. A mí me ha pasado muchas veces que la emoción por todo me dura poco, un par de semanas o un par de días como máximo. Un propósito contrario a la razón dura para siempre, y la razón no puede con él.
Para desoír a la razón primero debemos entender que ella lo es todo en este mundo. Sin ella no somos nada y es a eso tal vez a lo que aspiramos. El resultado es darnos cuenta de que todo lo que decimos o incluso pensamos es arbitrario, un capricho. Que cada pensamiento viene a enturbiar la atmósfera absolutamente clara, en donde no hay resoluciones, no hay dictámenes, no hay pequeñas fantasmagorías en las cuales ejercitar el pensamiento. Ponerse a pensar en cualquier cosa es alejarse del propósito real de nuestras vidas. Auf widersen.